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Celeste Andino / Honduras, Nación y Mundo
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miércoles, 9 de octubre de 2024

Apagón Criminal: La Indolencia de la ENEE y el Riesgo para la Población

 

 

La noche del pasado 8 de octubre, Tegucigalpa se sumió en la oscuridad de manera abrupta. Sin previo aviso, la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) decidió cortar el suministro de energía en el centro de la capital, dejando a miles de ciudadanos vulnerables y expuestos a un entorno ya hostil. La electricidad regresó a las 5:31 am, pero el daño ya estaba hecho. Esta decisión irresponsable no solo interrumpió la vida cotidiana de muchos, sino que también puso en riesgo la seguridad de quienes vivimos en una zona marcada por la violencia y la delincuencia.

 

La indolencia de la ENEE se hace evidente en su falta de consideración hacia la realidad de sus consumidores. La oscuridad nocturna no es simplemente un inconveniente; es un aliado de los delincuentes. En un país donde los asaltos son una triste realidad, la ausencia de luz incrementa la vulnerabilidad de la población. He sido testigo de esta alarmante situación, donde incluso he visto a personas desangrándose tras ser víctimas de robos. Mi propia casa fue invadida, y aunque estábamos adentro, los ladrones no dudaron en llevarse una cámara de video. En una zona donde el miedo se siente en el aire, este apagón nocturno se convierte en un atentado directo contra la seguridad y el bienestar de la comunidad.

 

Desde una perspectiva legal y de derechos humanos, la acción de la ENEE representa una clara violación del derecho a la seguridad y a la vida digna. La interrupción del suministro eléctrico sin previo aviso, especialmente en un contexto de alta criminalidad, es un acto que no solo pone en peligro la integridad física de los ciudadanos, sino que también afecta su derecho a un ambiente seguro y saludable. La Constitución de Honduras establece que toda persona tiene derecho a la protección de su vida, su integridad física y su propiedad. Sin embargo, al desatender estas garantías fundamentales, la ENEE y el gobierno están incumpliendo con sus obligaciones.

 

El gobierno, en su aparente desinterés, parece olvidar que al cortar la electricidad en horas críticas está despojando a sus ciudadanos de la posibilidad de proteger sus hogares. La oscuridad provocada por este apagón no solo fomenta la inseguridad, sino que también atenta contra la tranquilidad de las familias que viven en constante alerta. La sensación de vulnerabilidad se intensifica cuando consideramos que en nuestra zona, incluso los medidores de energía son robados. Si la ENEE no puede garantizar la seguridad de sus instalaciones, ¿cómo puede esperarse que proteja a los ciudadanos?

 


La falta de un plan de contingencia y la ausencia de comunicación previa son claras evidencias de la despreocupación de la ENEE por la situación crítica que enfrentamos. No solo es su responsabilidad proveer energía, sino también velar por el bienestar de la población. Es fundamental que esta empresa reconozca el impacto de sus acciones y tome medidas efectivas para evitar que situaciones como estas se repitan.

 

La comunidad exige respuestas y soluciones. No podemos seguir viviendo con miedo, sin la certeza de que nuestras casas y nuestros seres queridos están a salvo. La ENEE debe asumir su responsabilidad y trabajar de manera proactiva para garantizar que los cortes de energía, en lugar de ser una amenaza, sean parte de un servicio eficiente y seguro. Es momento de que se priorice la seguridad de los ciudadanos por encima de cualquier otra consideración. La luz no solo ilumina nuestras calles; también protege nuestras vidas y nuestros derechos.

 


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