por Emilio Santamaría S.
Juan no resistió la tentación,
entró en la tienda de la Gitana Adivinadora y saludó tímidamente. Detrás de una
mesa muy baja, sentada sobre un cojín enorme, una mujer gorda que vestía
estrafalariamente contestó el saludo con voz ronca.
Una especie de turbante rojo le cubría la cabeza y unos enormes
aretes dorados pendían de sus orejas a cada lado de un rostro maquillado con
exageración. Sin embargo, lucía agradable. “Siéntate muchacho, has venido al
lugar apropiado, tus antepasados guiaron tus pasos hasta aquí”.
Juan tomó asiento en un
cojín frente a la gitana. “¿Quieres saber tu futuro? ¡Zulema te dirá tu pasado,
tu presente y tu futuro! Solo tienes que poner un billete de veinte dólares en
esta caja, servirán como sacramentos celestiales para mis ángeles reveladores”.
Juan colocó dos billetes
de diez. La mujer sacó una bola de cristal. Hizo ademanes y comenzó a mirarla
fijamente. Una mal disimulada luz se encendió iluminando la bola.
La mujer comenzó a hablar con una voz tan suave que parecía venir
de muy lejos: “Veo un carro lujoso, último modelo. Lo guías tú, vestido
elegantemente. Junto a ti una rubia te mira embelesada, enamorada. Pero…
¡cuidado! ¡algo malo va a pasar!” A Juan le sorprendió lo vívido del relato.
Interrumpió a la gitana: “¡Un momento! ¿De dónde sacas todo
esto? ¡Yo no veo nada!”. La mujer se enfureció y gritó: “¡Fuera, fuera! ¿Acaso
pretendes que por veinte miserables dólares te permita también a ti ver el
futuro? ¡Algo malo va a sucederte y tu estupidez no te permite siquiera saberlo!”
El exabrupto de la gitana convenció totalmente a Juan de que
todo era una farsa. Se levantó, y ágilmente estirando la mano tomó sus veinte
dólares. Al salir, volvió la cabeza y le dijo: “¡Qué sueñes con tus ángeles
reveladores!”, Juan pensó en la tontería que había cometido ya que no se pueda
ver el futuro.
Pero se equivoca. Porque
él mismo, como usted y como yo, tiene un cerebro con millares de conexiones,
capaz de imaginar lo que quisiéramos llegar a ser, y también, tenemos la
capacidad de trabajo, para convertir en realidad aquello que podemos imaginar.
¿No es esto realmente maravilloso?
LO
NEGATIVO: Vivir a la deriva, consultando a quien no sabe, dejándonos
estafar.
LO
POSITIVO: Vivir y actuar orientados hacia las metas que somos capaces de
imaginar.
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