por Emilio Santamaría S.
Quizá no valoramos las cosas hasta que de alguna forma nos
damos cuenta que ya no podremos disfrutarlas más. Por ejemplo, recuerdo a una
señora que se quejaba amargamente de sus dos hijos adolescentes.
Mantenían
el cuarto bastante revuelto y un tanto desarreglado. Me dijo que siempre tenían
la música moderna sonando casi todo el tiempo, los zapatos sin lustrar llenando
el closet. Recuerdo que le dije que llegaría el día, cuando ellos marcharan de
casa para formar su propia vida, en que ella entraría a ese cuarto y
encontraría todo acomodadito, en completo orden, que escucharía un silencio
total, y que ese día añoraría los días felices de sus hijos en casa.
Mi
consejo fue que los mejorara, pero que no se amargara por el comportamiento de
esos adolescentes buenos.
Julio Iglesias, en una de sus canciones cantaba: “Pobre
del hombre que, al mirar la tierra, ve solo tierra”. Sí, creo que hay que ver
más allá de lo obvio, para que lo importante no nos pase inadvertido, Por
ejemplo, siempre me han maravillado las puestas de sol en el Pacífico.
Recuerdo
en mis años de adolescente ese espectáculo en Acapulco. Y los he vivido también
en el sur hondureño cuando me ha tocado viajar por allá. Pero he preguntado a
muchas personas que han viajado por ahí, que es lo que más les llamó la
atención, y para mi sorpresa, muchos se quejan del calor que hizo.
Podemos estar realizando un trabajo que requiere nuestra
destreza y entrega, pero no lo valoramos suficiente. Y una vez jubilados,
rememoramos “aquellos felices momentos”. Podemos tener cerca gente que amamos y
que nos ama, y por verdaderas trivialidades, amargar una relación que debió ser
feliz. Podemos ver un bebé que sonríe, sin percatarnos del encanto que hay en
ello.
Si usted lo ve bien, Dios nos concede solo unas cuantas
décadas para hacer lo que tengamos que hacer en esta tierra. Después de ello,
la oportunidad de ser felices habrá pasado. Entonces, las palabras de Joseph
Addison adquirirán su verdadero significado: “Cuando leo las fechas en las
tumbas de alguien que murió ayer, y de otro que murió hace seiscientos años,
pienso que, en ese gran día, todos son contemporáneos”.
LO NEGATIVO: Esperar
algún día, en el futuro, ser felices.
LO POSITIVO: Percibir
lo que está a nuestro alcance, y ser felices ya.
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