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Celeste Andino / Honduras, Nación y Mundo
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sábado, 28 de mayo de 2022

Antony J. Blinken explica el enfoque de la Administración con respecto a la República Popular China




 Departamento de Estado de los Estados Unidos

DISCURSO

Antony J. Blinken, Secretario de Estado
Universidad George Washington
Washington D.C.
26 de mayo de 2022

 

Enfoque de la Administración con respecto a la República Popular China

 

SECRETARIO BLINKEN: Gracias. Buenos días.

Es un inmenso placer estar aquí en la Universidad George Washington. Es una institución que atrae a estudiantes y académicos destacados de todo el mundo y donde se analizan y debaten los desafíos más urgentes que enfrentamos como país. Por eso, les agradezco por estar aquí hoy.

Por sobre todo, quisiera agradecer a nuestros amigos de Asia Society, dedicados a forjar lazos más estrechos con los países y los pueblos de Asia para intentar reforzar la paz, la prosperidad, la libertad, la igualdad y la sostenibilidad. Gracias por recibirnos hoy, y sobre todo por el liderazgo que demuestran cada día. Hablamos de colegas como Kevin Rudd, Wendy Cutler, Danny Russel; todos colegas, todos líderes sólidos y también personas de acción, y es siempre muy grato estar con ustedes.

Debo decir además, senador Romney, que estoy muy agradecido por su presencia hoy aquí, como hombre y líder a quien realmente admiro, una persona de principios firmes que ha tenido un papel de liderazgo en el tema sobre el que vamos a hablar hoy. Senador, gracias por estar presente.

También me complace ver a tantos miembros del servicio diplomático, pues la diplomacia es una herramienta indispensable para forjar nuestro futuro en común.

En los dos últimos años nos hemos unido para combatir la pandemia de COVID-19 y prepararnos para las emergencias sanitarias globales que se presenten en el futuro, recomponernos de los embates económicos, que van desde perturbaciones de las cadenas de suministro hasta crisis de endeudamiento, y afrontar el cambio climático y repensar un futuro energético que sea más limpio, más seguro y más asequible.

El denominador común de todos estos esfuerzos es el mero hecho de que ninguno de nosotros puede responder a estos desafíos por sí solo. Debemos afrontarlos juntos.

Por eso la diplomacia vuelve estar en el centro mismo de la política exterior estadounidense, para ayudarnos a concretar el futuro al que aspiran los estadounidenses y las personas en el resto del mundo: un mundo en el que la tecnología se use para mejorar la situación de las personas, no para reprimirlas; donde el comercio y los negocios apoyen a los trabajadores, aumenten los ingresos y generen más oportunidades; donde se respeten los derechos humanos universales; donde los países estén seguros frente a la coerción y la agresión, y las personas, ideas, bienes y el capital circulen libremente; y donde las naciones puedan trazar sus propios caminos y trabajar juntas con eficacia en causas comunes.

Para construir ese futuro, debemos defender y reformar el orden internacional basado en normas, es decir, el sistema de leyes, acuerdos, principios e instituciones que el mundo reunido estableció luego de dos guerras mundiales para gestionar las relaciones entre los estados, prevenir conflictos y reivindicar los derechos de todas las personas.

Sus documentos fundacionales incluyen la Carta de la ONU y la Declaración Universal de Derechos Humanos, que consagraron conceptos como los de autodeterminación, soberanía y solución pacífica de controversias. Estas no son ideas occidentales. Son el reflejo de las máximas aspiraciones del mundo entero.

En las décadas transcurridas desde entonces, y pese a los inmensos desafíos y la brecha entre nuestros ideales y algunos de los resultados que hemos logrado, los países del mundo han evitado otra guerra mundial y el conflicto armado entre potencias nucleares. Hemos construido una economía mundial que sacó a miles de millones de personas de la pobreza. Hemos promovido los derechos humanos como nunca antes.

Ahora que miramos al futuro, no solo deseamos sostener el orden internacional que hizo posible gran parte de ese progreso, sino además modernizarlo, para cerciorarnos de que represente los intereses, los valores y las esperanzas de todas las naciones —grandes y chicas— en todas las regiones. Adicionalmente, queremos que esté a la altura de los desafíos que enfrentamos ahora y que nos depara el futuro, muchos de los cuales exceden lo que el mundo podría haber imaginado hace siete décadas.

Pero ese resultado no está garantizado, porque las bases del orden internacional sufren embates graves y sostenidos.

El presidente ruso Vladimir Putin representa una amenaza clara y actual. Al atacar a Ucrania hace tres meses, también atacó los principios de soberanía e integridad territorial, consagrados en la Carta de la ONU, que protegen a todos los países de la posibilidad de ser conquistados o coaccionados. Es por eso que tantos países se han unido para oponerse a esta agresión, ya que la perciben como una afrenta directa a las bases de su propia paz y seguridad.

Ucrania combate con valentía en defensa de su población y su independencia, con un nivel de asistencia sin precedentes por parte de Estados Unidos y países de todo el mundo. Y si bien la guerra no ha terminado, el presidente Putin no ha logrado conseguir ni uno de sus objetivos estratégicos. En vez de acabar con la independencia de Ucrania, la ha fortalecido. En vez de dividir a la OTAN, ha conseguido unirla. En vez de reivindicar la fortaleza de Rusia, la ha socavado. Y en vez de debilitar el orden internacional, ha hecho que los países se unan para defenderlo.

Incluso mientras persiste la guerra del presidente Putin, seguiremos enfocados en el mayor desafío al orden internacional en el largo plazo, que es el que plantea la República Popular China.

China es el único país que tiene tanto la intención de redefinir el orden internacional como el poder económico, diplomático, militar y tecnológico para hacerlo. La visión de Pekín nos alejaría de los valores universales que han sostenido gran parte del progreso conseguido por el mundo en los últimos 75 años.

China es además un actor que es parte integral de la economía mundial y de nuestra posibilidad de resolver desafíos que van desde el clima hasta la COVID. Básicamente, Estados Unidos y China tienen que tratar el uno con el otro por el futuro previsible.

Por eso, esta es una de las relaciones más complejas y con mayores consecuencias de las que tenemos en el mundo contemporáneo.

En el último año, la Administración Biden ha desarrollado e implementado una estrategia integral para aprovechar nuestras fortalezas como nación y nuestra red de aliados y socios sin parangón con el propósito de hacer realidad el futuro que buscamos.

No estamos buscando que haya un conflicto ni una nueva Guerra Fría. Por el contrario, estamos decididos a evitar ambas cosas.

No nos proponemos impedir que China ejerza su papel como gran potencia ni impedimos que China —ni, de hecho, ningún otro país— haga crecer su economía o promueva los intereses de su población.

Pero sí defenderemos y fortaleceremos el derecho internacional, los acuerdos, los principios y las instituciones que mantienen la paz y la seguridad, protegen los derechos de las personas y las naciones soberanas, y hacen posible que todos los países convivan y cooperen, incluidos Estados Unidos y China.

Sin embargo, la China de hoy en día es muy distinta de la China de hace 50 años, cuando el presidente Nixon rompió con décadas de relaciones tensas y se convirtió en el primer presidente estadounidense en visitar el país.

En ese momento, China estaba aislada y lidiaba con una situación de pobreza y hambre generalizados.

En la actualidad, China es una potencia mundial con un alcance, influencia y ambición extraordinarios. Es la segunda economía mundial, con ciudades y redes de transporte público de talla mundial. Alberga una de las mayores compañías tecnológicas del mundo y aspira a dominar las tecnologías e industrias del futuro. Está modernizando rápidamente sus fuerzas militares y tiene intención de convertirse en una fuerza beligerante del más alto nivel y de alcance global. También anunció que pretende crear una esfera de influencia en el Indopacífico y convertirse en la principal potencia mundial.

La transformación de China se debe al talento, el ingenio y el arduo trabajo del pueblo chino. También fue posible por la estabilidad y las oportunidades que ofrece el orden internacional. Puede decirse que ningún país en el planeta se ha beneficiado más de eso que China.

Pero en vez de usar su poder para reafirmar y revitalizar las leyes, los acuerdos, los principios y las instituciones que hicieron posible su éxito, de modo que otros países también puedan beneficiarse, Pekín menoscaba esa posibilidad. Durante la presidencia de Xi, el Partido Comunista Chino que gobierna al país se ha vuelto más represivo a nivel interno y más agresivo en el extranjero.

Observamos eso en la forma en que Pekín ha perfeccionado la vigilancia masiva en China y exportado esa tecnología a más de 80 países; en cómo promueve reclamos marítimos ilegítimos en el Mar de la China Meridional, atentando así contra la paz y la seguridad, la libertad de navegación y el comercio; cómo elude o transgrede normas comerciales, y perjudica a trabajadores y empresas en Estados Unidos y el resto del mundo; y cómo afirma defender la soberanía y la integridad territorial pero, al mismo tiempo, se alinea con gobiernos que violan esos principios de manera manifiesta.

Incluso mientras Rusia se movilizaba para invadir Ucrania, el presidente Xi y el presidente Putin declararon que la amistad entre sus países “no tenía límites”, literalmente. Apenas esta semana, cuando el presidente Biden visitaba Japón, China y Rusia llevaron a cabo en la región un ejercicio conjunto de patrullaje estratégico con bombarderos.

La defensa por parte de Pekín de la guerra que libra el presidente Putin para eliminar la soberanía de Ucrania y asegurar una esfera de influencia en Europa debería preocupar a todos los que consideramos a la región del Indopacífico nuestro hogar.

Por estos motivos y muchos otros, es un momento de tensión para el mundo. Y en períodos como este, la diplomacia es fundamental. Es a través de la diplomacia que esclarecemos nuestras inquietudes profundas, entendemos mejor la perspectiva de cada uno y no tenemos dudas sobre las intenciones de los demás. Estamos dispuestos a intensificar nuestra comunicación directa con Pekín en una variedad amplia de temas. Y esperamos que eso pueda ocurrir.

Pero no podemos depender de que Pekín cambie su trayectoria. Entonces, vamos a definir el entorno estratégico en torno a Pekín de modo de promover nuestra visión de un sistema internacional abierto e inclusivo.

El presidente Biden cree que esta década será decisiva. Las medidas que adoptemos en el país y con países en todo el mundo determinarán si nuestra visión común del futuro se hará realidad.

Para tener éxito en esta década decisiva, la estrategia de la Administración Biden puede resumirse en tres palabras: “invertir, alinear y competir”.

Invertiremos en las bases de nuestra fortaleza aquí en el país: nuestra competitividad, nuestra innovación y nuestra democracia.

Vamos a alinear nuestros esfuerzos con nuestra red de aliados y socios, actuando con un propósito y en pro de una causa en común.

Y sobre la base de estos dos activos clave, vamos a competir con China para defender nuestros intereses y construir nuestra visión para el futuro.

Asumimos este desafío con seguridad. Nuestro país ha sido dotado de numerosas fortalezas. Tenemos vecinos pacíficos, una población diversa y creciente, recursos cuantiosos, la moneda de reserva del mundo, la potencia militar más poderosa sobre la Tierra y una cultura pujante de innovación y emprendimiento que, por ejemplo, produjo múltiples vacunas eficaces que ahora protegen a personas en todo el mundo frente a la COVID-19.

Y nuestra sociedad abierta, en su máxima expresión, atrae flujos de talento e inversión y tiene capacidad probada en el tiempo de reinventarse, que se afianza en nuestra democracia y nos faculta a superar cualquier tipo de desafíos que tengamos por delante.

En primer lugar, con respecto a invertir en nuestra fortaleza.

Tras la Segunda Guerra Mundial, mientras nosotros y nuestros socios construíamos el orden basado en normas, nuestro gobierno federal también realizaba inversiones estratégicas en investigación científica, educación, infraestructura y nuestra fuerza laboral, y generaba millones de puestos de trabajo para las clases medias y décadas de prosperidad y liderazgo en tecnología. Pero dimos por sentadas esas bases. Así que es tiempo de volver a lo básico.

La Administración Biden está haciendo inversiones de amplio alcance en nuestras fuentes de fortaleza nacionales, empezando por una estrategia industrial moderna para sostener y ampliar nuestra influencia económica y tecnológica, incorporar mayor resiliencia a nuestra economía y nuestras cadenas de suministro, y potenciar nuestra ventaja competitiva.

El año pasado, el presidente Biden convirtió en ley la mayor inversión en infraestructura de nuestra historia: para modernizar nuestras autopistas, nuestros puertos, aeropuertos, redes ferroviarias y puentes; mover bienes al mercado con mayor velocidad, con el fin de impulsar nuestra productividad; ampliar la internet de alta velocidad a cada rincón del país; y llevar más empresas y más puestos de trabajo a más partes de América.

Estamos haciendo inversiones estratégicas en educación y formación de trabajadores, para que los trabajadores estadounidenses —los mejores del mundo— puedan diseñar, construir y operar las tecnologías del futuro.

Dado que nuestra estrategia industrial se centra en la tecnología, deseamos invertir en investigación, desarrollo y fabricación avanzada. Hace 60 años, nuestro gobierno destinó más del doble a investigación como porcentaje de nuestra economía de lo que destinamos ahora, y estas inversiones, a su vez, propiciaron innovaciones en el sector privado. Es así que ganamos la carrera espacial, inventamos el semiconductor y construimos la internet. Solíamos ocupar la primera posición del mundo en Investigación y Desarrollo como porcentaje de nuestro PIB, y ahora estamos en la posición novena. A su vez, China ha ascendido de la octava posición a la segunda.

Con apoyo bipartidista en el Congreso, vamos a revertir estas tendencias y realizar inversiones históricas en investigación e innovación, incluso en las áreas de inteligencia artificial, biotecnología e informática cuántica. Estas son áreas en las que Pekín se ha propuesto tener liderazgo, pero considerando las ventajas de Estados Unidos, estamos en condiciones de ganar esta competencia, no solo en cuanto al desarrollo de nuevas tecnologías, sino además determinar el modo en que se usan en todo el mundo, de manera que se fundamenten en valores democráticos, y no autoritarios.

Los líderes —el senador Romney y otros— de la Cámara de Representantes y del Senado han aprobado proyectos legislativos que apoyan esta agenda, e incluyen fondos por miles de millones para la producción de semiconductores aquí y para fortalecer otras cadenas de suministro críticas. Ahora necesitamos que el Congreso envíe las leyes al Presidente para que las refrende.

Podemos hacer esto y es algo que no puede esperar; ahora las cadenas de suministro se están moviendo y, si no las traemos aquí, se instalarán en otro sitio. Como lo manifestó el presidente Biden, el Partido Comunista de China hace lobby para impedir que avance esta legislación, pues no hay mejor manera de reforzar nuestra posición e influencia global que cumplir nuestra renovación interna. Estas inversiones no solo fortalecerán a Estados Unidos, sino que además nos fortalecerán como socios y aliados.

Una de las cuestiones más poderosas, incluso maravillosas, acerca de Estados Unidos es que desde hace muchísimos años somos el destino elegido por personas talentosas y entusiastas de todo el mundo. Esto incluye a millones de estudiantes provenientes de China, que enriquecieron nuestras comunidades y forjaron vínculos permanentes con personas estadounidenses. El año pasado, a pesar de la pandemia, otorgamos más de 100.000 visas a estudiantes chinos en solo cuatro meses; la tasa más alta que hayamos registrado. Nos da mucha satisfacción que hayan elegido estudiar en Estados Unidos, y somos afortunados de contar con ellos.

Y somos afortunados cuando las personas con mayor talento del mundo no solo estudian aquí, sino que eligen quedarse, tal como sucedió en los últimos años con más del 80% de los estudiantes chinos que cursan doctorados en tecnología y ciencia en Estados Unidos. Contribuyen a impulsar la innovación aquí y eso nos beneficia a todos. Podemos estar atentos a nuestra seguridad nacional sin cerrar nuestras puertas.

También sabemos, en función de nuestra historia, que estamos ante una relación compleja con otro gobierno, y es posible que algunas personas de ese país o de esa procedencia perciban que no deberían estar aquí o que son nuestros adversarios. Nada más alejado de la verdad. Los estadounidenses de origen chino realizaron invaluables aportes a nuestro país; así fue durante generaciones. El maltrato hacía personas de ascendencia china va en contra de todo lo que profesamos como país; se trate de un ciudadano chino que está de visita o vive en nuestro país, o un estadounidense de origen chino o cualquier otro estadounidense de origen asiático cuyo derecho a formar parte de este país es igual al del resto. El racismo y el odio no tienen lugar en una nación que se construyó gracias a generaciones de inmigrantes para hacer posible la promesa de oportunidades para todos.

Tenemos profundas diferencias con el Partido Comunista Chino y el Gobierno de China. Pero esas diferencias son entre los gobiernos y los sistemas, no entre nuestros pueblos. El pueblo estadounidense siente mucho respeto por el pueblo chino. Respetamos sus logros, su historia y su cultura. Valoramos profundamente los lazos familiares y de amistad que nos unen. Anhelamos sinceramente que nuestros gobiernos trabajen en conjunto sobre los temas que afectan la vida de ambos pueblos y, de hecho, la vida de todos los habitantes del planeta.

También vamos a apoyarnos en otro aspecto central de nuestra fortaleza nacional en esta década decisiva: nuestra democracia.

Hace un siglo, si a uno le preguntaban en qué radicaba la riqueza de una nación, habríamos mencionado la extensión de nuestro territorio, la magnitud de nuestra población, la fortaleza de nuestras fuerzas armadas y la abundancia de recursos naturales. Y, afortunadamente, todavía somos ricos en ese sentido. Pero hoy más que nunca, en pleno siglo XXI, la verdadera riqueza de una nación radica en su gente, es decir, en nuestros recursos humanos y nuestra capacidad para liberar su pleno potencial.

Eso se logra con nuestro sistema democrático. Debatimos, argumentamos, discrepamos y nos interpelamos unos a otros, incluso a quienes nos gobiernan. Abordamos nuestras falencias abiertamente; no fingimos que no existen ni las ocultamos. Si bien progresar puede ser un proceso que se percibe como muy lento, arduo y desagradable, trabajamos mucho y sin pausa para construir una sociedad en la que las personas, independientemente de su procedencia, puedan prosperar en virtud de los valores nacionales que nos unen, nos motivan y nos impulsan a todos.

No somos perfectos. Pero nos esforzamos por lograr una unión más perfecta, como dice nuestra Constitución Nacional. Nuestra democracia fue diseñada para que así sea.

Eso es lo que ofrecen el modelo estadounidenses y el pueblo estadounidense, y es uno de nuestros principales activos en esta contienda.

Ahora bien, Pekín considera que su modelo es el mejor; que un sistema centralizado liderado por un partido es más eficaz, menos conflictivo y en última instancia, superior a la democracia. No pretendemos modificar el sistema político de China. Nuestra tarea es demostrar una vez más que la democracia puede responder a desafíos urgentes, crear oportunidades y promover la dignidad humana; que el futuro le pertenece a quienes creen en la libertad y que todos los países serán libres para trazar su propio camino sin coerción.

La segunda parte de nuestra estrategia consiste en alinearnos con nuestros socios y aliados para impulsar en una visión compartida acerca del futuro.

Desde el primer momento, el gobierno de Biden trabaja para volver a dar vigencia a la red incomparable de asociaciones y alianzas que tiene Estados Unidos, y volver a vincularse con instituciones internacionales. Alentamos a nuestros socios a trabajar unos con otros, y a través de organizaciones regionales y globales. Y apoyamos nuevas coaliciones para que respondan a nuestros puebles y logren superar las dificultades que planteará el resto del siglo.

Esto se ve claramente en la región del Indopacífico, donde nuestras relaciones, incluidas las alianzas en virtud de tratados, están entre las más sólidas del mundo.

Estados Unidos comparte la visión de los países y los pueblos de la región: un Indopacífico libre y abierto, donde la normas se formulen de manera transparente y se apliquen de forma justa; donde los países tengan la libertad de tomar sus propias decisiones a nivel interno; donde los bienes, las ideas y las personas circulen libremente por todo el territorio, el espacio aéreo, el ciberespacio y por mar abierto; y donde quienes gobiernan respondan al pueblo.

El presidente Biden reforzó dichas prioridades esta semana al viajar a la región, donde ratificó nuestras alianzas cruciales en materia de seguridad con Japón y Corea del Sur, y profundizó nuestra colaboración tecnológica y económica con ambas naciones.

Lanzó el Marco Económico del Indopacífico para la Prosperidad, una iniciativa pionera en la región. En palabras del Presidente, esta iniciativa “ayudará a las economías de nuestros países a crecer más rápido y de manera más justa”. La IPEF, como la llamamos, renueva el liderazgo económico estadounidense, pero lo adapta al siglo XXI abordando cuestiones de máxima relevancia como la economía digital, las cadenas de suministro, la energía limpia, infraestructura y corrupción. Una docena de países, incluida India, ya se unieron. Juntos, los miembros de la IPEF representan más de un tercio de la economía mundial.

El Presidente también integró la cumbre de líderes de países del Quad: Australia, Japón, India y Estados Unidos. El Quad nunca había reunido a sus líderes hasta que el presidente Biden asumió en el cargo. Desde que él convocó a la primera reunión de líderes el año pasado, el Quad ya realizó cuatro encuentros. Y se ha transformado en un equipo regional líder. Esta semana, lanzó una nueva Asociación del Indopacífico para la Concientización en el Sector Marítimo, de manera tal que nuestros socios de la región puedan controlar mejor las aguas cercanas a sus costas para combatir la pesca ilegal y proteger sus derechos marítimos y su soberanía.

Estamos revitalizando nuestra asociación con la ASEAN. A principios de este mes, fuimos sede de la Cumbre Estados Unidos-ASEAN para abordar cuestiones urgentes como la crisis climática y la salud pública en conjunto. Esta semana, siete países de la ASEAN se convirtieron en miembros fundadores del Marco Económico del Indopacífico. Estamos tendiendo puentes entre nuestros socios europeos e indopacíficos, lo que incluye invitar a los aliados asiáticos a la cumbre de la OTAN que se realizará en Madrid el mes próximo.

Estamos logrando mayor paz y estabilidad en el Indopacífico; por ejemplo, mediante una nueva asociación en materia de seguridad entre Australia, el Reino Unido y los Estados Unidos, conocida como AUKUS.

Estamos ayudando a los países de la región y del resto del mundo a vencer la COVID-19. A la fecha, Estados Unidos ya aportó casi $ 20.000 millones para hacer frente a la pandemia. Esto incluye más de 540 millones de dosis de vacunas eficaces y seguras que fueron donadas –no vendidas– sin ningún tipo de condición política, y estamos próximos a alcanzar los 1.200 millones de dosis en todo el mundo. Estamos coordinando con un grupo de 19 países un plan de acción global de vacunación.

Como resultado de todas estas acciones de diplomacia, nos encontramos más alineados con nuestros socios del Indopacífico y trabajamos de manera más coordinada para lograr nuestros objetivos conjuntos.

También profundizamos nuestras alianzas en el Atlántico. Lanzamos el Consejo de Comercio y Tecnología entre Estados Unidos y Europa el año pasado, aprovechando el peso conjunto de aproximadamente el 50 % del PBI mundial. La semana pasada, me reuní con la secretaria Raimondo, la embajadora Tai y nuestras contrapartes de la Comisión Europea para nuestra segunda reunión de trabajo conjunto sobre estándares tecnológicos, coordinación de control de exportaciones e inversiones, fortalecimiento de cadenas de suministro, impulso de tecnologías limpias y mejora de la infraestructura digital y seguridad alimentaria en los países en desarrollo.

A su vez, nosotros y nuestros socios europeos hicimos a un lado 17 años de conflictos jurídicos sobre aeronaves; y ahora, en lugar de pelear entre nosotros, trabajamos para asegurar un campo de juego parejo a nuestras empresas y los trabajadores de ese sector.

De igual manera, trabajamos con la Unión Europea y otros actores para resolver una disputa sobre importaciones de acero y aluminio, y estamos consensuando una visión compartida de estándares climáticos más ambiciosos y para proteger a nuestros trabajadores e industrias ante las acciones deliberadas de Pekín para distorsionar el mercado a su favor.

Nos estamos asociando con la Unión Europea para proteger la privacidad de nuestros ciudadanos y, al mismo tiempo, fortalecer una economía digital conjunta que dependa de vastos flujos de datos.

Con el G20, logramos un acuerdo ejemplar sobre impuestos mínimos a nivel mundial para revertir la “carrera hacia los mínimos” y asegurarnos de que las grandes corporaciones paguen lo que les corresponde y brinden a los países incluso más recursos para invertir en su gente. Ya se unieron más de 130 países.

Junto a nuestros socios del G7, buscamos una perspectiva transparente, de alto nivel y coordinada para cumplir con las numerosas necesidades en materia de infraestructura que tienen los países en desarrollo.

Hemos concertado cumbres mundiales para vencer a la COVID-19 y revitalizar la democracia mundial, y nos reincorporamos al Consejo de Derechos Humanos de la ONU y la OMS, la Organización Mundial de la Salud.

En un momento en que atravesamos enormes dificultades, nuestros aliados y nosotros dimos nuevo impulso a la OTAN, cuya situación es ahora más sólida que nunca.

Todas estas acciones tienen por fin defender, y de ser necesario reformar, el orden basado en normas que debería beneficiar a todos los Estados. Queremos liderar la carrera en materia de tecnología, clima, infraestructura, salud global y crecimiento económico inclusivo. Y queremos fortalecer un sistema en el que se reúnan tantos países como sea posible para cooperar de manera eficaz, resolver sus diferencias pacíficamente y escribir su propio futuro como soberanos iguales.

Nuestra diplomacia se basa en la colaboración y el respeto por los intereses de todos. No esperamos que todos los países perciban a China de la misma manera que nosotros. Sabemos que muchos países —incluido Estados Unidos— tienen lazos humanos o económicos “entre pueblos” con China y quieren preservarlos. No se trata de obligar a los países a elegir. Se trata de darles la posibilidad de que, por ejemplo, la única opción no sea una inversión poco transparente que endeude a los países, propicie la corrupción, dañe al medioambiente, frene el crecimiento o la creación de puestos de trabajo locales o comprometa el ejercicio de la soberanía nacional. Sabemos de primera mano sobre el arrepentimiento que estos acuerdos pueden generar en quienes los compran.

Consultamos con nuestros socios constantemente, los escuchamos, abordamos seriamente sus inquietudes y desarrollamos soluciones que reconozcan sus prioridades y dificultades singulares.

Cada vez hay más coincidencia acerca de la necesidad de abordar las relaciones con Pekín de una manera más realista. Muchos de nuestros socios ya aprendieron, a partir de malas experiencias, que Pekín puede mostrar una reacción implacable cuando toman decisiones que no resultan de su agrado. Como ocurrió en la primavera pasada, cuando Pekín le impidió a turistas y estudiantes chinos viajar a Australia e impuso un arancel del 80% sobre las exportaciones de cebada de ese país, porque el Gobierno de Australia había pedido que se realizara una investigación independiente acerca del origen de la COVID-19. O en noviembre, cuando buques de la guardia costera china utilizaron cañones de agua para impedir el reabastecimiento de un buque de la Marina filipina en el Mar de China Meridional. Este tipo de acciones le recuerdan al mundo que Pekín puede tomar represalias cuando percibe que existe oposición.

También estamos alineados con nuestros socios y aliados en otra área: los derechos humanos.

Estados Unidos, junto a países y personas de todo el mundo, rechaza el genocidio y los crímenes de lesa humanidad que se registran en la región de Xinjiang, donde más de un millón de personas fueron llevadas a campos de detención por su identidad étnica y religiosa.

Coincidimos en lo relativo al Tíbet, donde las autoridades continúan librando una brutal campaña contra los tibetanos y su cultura, su lengua y tradiciones religiosas, y en Hong Kong, donde el Partido Comunista Chino impuso duras medidas antidemocráticas invocando la seguridad nacional como pretexto.

Ahora, Pekín insiste en que se trata de cuestiones internas en las que otros no pueden opinar. No es así. El trato que confiere a minorías étnicas y religiosas en Xinjiang y el Tíbet, junto con muchas otras medidas, va en contra de los principios fundamentales de la Carta de la ONU a la que Pekín hace referencia constantemente y la Declaración Universal de los Derechos Humanos a la que todos los países deben atenerse.

La represión de la libertad en Hong Kong por parte de Pekín viola sus compromisos relativos al traspaso de soberanía, consagrados en un tratado depositado en las Naciones Unidas.

Continuaremos planteando estas cuestiones y promoviendo cambios; no para enfrentar a China, sino para defender la paz, la seguridad y la dignidad del ser humano.

Esto nos lleva al tercer elemento de nuestra estrategia. Gracias al incremento de inversiones en el país y una mayor alineación con nuestros socios y aliados, estamos en una buena situación para competir con China en áreas clave.

Por ejemplo, Pekín desea ponerse a la cabeza en materia de producción e innovación mundial, aumentar la dependencia tecnológica que tienen otros países y emplear esa dependencia para imponer sus preferencias en materia de política exterior. Pekín está haciendo todo lo posible para ganar esta contienda; por ejemplo, aprovechando la apertura de nuestras economías para realizar espionaje, hackeo y robo de tecnología y conocimientos técnicos para impulsar su innovación militar y consolidar su estado de vigilancia.

Por ende, mientras nos aseguramos de que Estados Unidos y nuestros socios y aliados generen las condiciones para que se inicie la próxima ola de innovaciones, también nos protegeremos de los intentos por desviar nuestra capacidad de ingenio o poner en peligro nuestra seguridad.

Estamos perfeccionando nuestras herramientas para conservar nuestra competitividad tecnológica. Esto incluye controles nuevos y más estrictos a las exportaciones, para garantizar que nuestras innovaciones más importantes no terminen en manos equivocadas; mayor protección para la investigación académica, a fin de crear un entorno abierto, seguro y sostenible para la ciencia; mejores ciberdefensas; seguridad más sólida en materia de datos sensibles; y medidas más estrictas sobre control de inversiones para proteger a las empresas y los países frente a las medidas de Pekín para tener acceso a tecnologías sensibles, datos o infraestructura crítica, comprometer nuestras cadenas de suministro o dominar sectores estratégicos claves.

Consideramos —y esperamos que la comunidad empresarial comprenda—que el precio por ingresar al mercado de China no debe consistir en sacrificar nuestros valores centrales o las ventajas competitivas y tecnológicas a largo plazo. Contamos con que las empresas busquen el crecimiento en forma responsable, evalúen el riesgo con sensatez y trabajen con nosotros no solo para proteger sino también para fortalecer nuestra seguridad nacional.

Durante demasiado tiempo, las empresas chinas han gozado de mucho más acceso a nuestros mercados del que han logrado nuestras empresas en China. Por ejemplo, las personas estadounidenses que desean leer China Daily o comunicarse por WeChat pueden hacerlo libremente, mientras que The New York Times y Twitter están prohibidos para la población china, salvo para aquellas que trabajan para el gobierno y utilizan estas plataformas con el fin de difundir propaganda y desinformar. Las empresas estadounidenses que operan en China han estado sujetas a la transferencia forzada y sistemática de tecnología, mientras que las empresas chinas establecidas en Estados Unidos han estado protegidas por las garantías de nuestro Estado de derecho. Los cineastas chinos pueden comercializar libremente sus películas a los propietarios de cines estadounidenses sin censura alguna por parte del Gobierno de Estados Unidos, pero Pekín limita rigurosamente la cantidad de películas extranjeras que se permiten en el mercado chico, y aquellas permitidas están sujetas una severa censura política. Las empresas chinas establecidas en Estados Unidos no temen utilizar nuestro sistema legal imparcial para defender sus derechos; de hecho, acuden con frecuencia a los tribunales para hacer valer sus derechos frente el gobierno estadounidense. Esto no ocurre en el caso de las firmas extranjeras establecidas en China.

Esta falta de reciprocidad es inaceptable e insostenible.

Piensen en lo que ocurrió en el mercado siderúrgico. Pekín llevó adelante una sobreinversión masiva por parte de empresas chinas, la cual inundó el mercado mundial con acero barato. A diferencia de las empresas estadounidenses y otras firmas orientadas al mercado, las empresas chinas no necesitan obtener rentabilidad: simplemente se les inyecta otro crédito de un banco estatal cuando empiezan a escasear los fondos. Además, hacen poco por controlar la contaminación o por proteger los derechos de sus trabajadores, lo cual también ayuda a mantener bajos los costos. Como consecuencia, China ahora representa más de la mitad de la producción siderúrgica mundial, lo cual excluye a las empresas estadounidenses del mercado, al igual que las fábricas ubicadas en la India, México, Indonesia y Europa, entre otras.

Hemos visto este mismo modelo en lo que se refiere a paneles solares y baterías para automóviles eléctricos; se trata de sectores clave para la economía del siglo XXI que no podemos permitir que dependan exclusivamente de China.

Este tipo de manipulaciones económicas han costado millones de puestos de trabajo a la fuerza laboral estadounidense. Han dañado también a trabajadores y empresas de distintos países del mundo. Nos opondremos a las políticas y prácticas que distorsionan el mercado, como los subsidios y las barreras de acceso al mercado, que el gobierno chino ha utilizado durante años para obtener ventajas competitivas. Estimularemos la seguridad y resiliencia en las cadenas de suministro haciendo retornar la producción al país o mediante el aprovisionamiento de materiales de otros países en sectores sensibles, como el farmacéutico o el de los minerales críticos, de manera que no debamos depender de un solo proveedor. Nos uniremos contra la coerción y la intimidación económicas. Trabajaremos para asegurarnos de que las empresas estadounidenses no lleven adelante actividades comerciales que faciliten o se beneficien de violaciones de derechos humanos, incluido el trabajo forzado.

En resumen, lucharemos por los trabajadores y las industrias estadounidenses utilizando cada una de las herramientas con las que contamos, de la misma manera que sabemos que lo harán nuestros socios a favor de sus trabajadores.

Estados Unidos no tiene la intención de segregar a la economía china de la nuestra o de la economía mundial, aunque Pekín —a pesar de lo que dice— está buscando una disociación asimétrica que permita que China dependa menos del mundo y que el mundo dependa más de China. De nuestra parte, nos interesan el comercio y la inversión siempre y cuando sean justos y no pongan en peligro nuestra seguridad nacional. China tiene recursos económicos excepcionales, que incluyen una fuerza laboral muy capaz. Confiamos en que nuestros trabajadores y nuestras empresas puedan competir con éxito —y celebramos esa competencia— en condiciones equitativas.

Al tiempo que oponemos resistencia de manera responsable frente a prácticas económicas y tecnológicas desleales, trabajaremos para conservar los lazos “entre pueblos” que conectan a Estados Unidos con China, siempre que guarden coherencia con nuestros intereses y valores. Es probable que Pekín no esté dispuesta a modificar su conducta. Sin embargo, si toma medidas concretas para abordar nuestras inquietudes y las de muchos otros países, nuestras respuestas serán positivas.

La competencia no tiene por qué culminar en situaciones de conflicto. No es lo que buscamos. Y trabajaremos para evitarlo. No obstante, defenderemos nuestros intereses frente a las amenazas.

Con ese propósito, el presidente Biden instruyó al Departamento de Defensa que mantenga a China como el factor que marcará el ritmo en lo que refiere a cerciorarnos de que nuestras fuerzas militares estén un paso adelante. Buscaremos preservar la paz a través de un nuevo enfoque que llamamos “disuasión integrada”: sumaremos a aliados y socios, trabajaremos en las áreas convencionales, nucleares, espaciales e informativas, y aprovecharemos nuestras fortalezas recíprocas en materia de economía, tecnología y diplomacia.

El gobierno está trasladando las inversiones militares desde plataformas que fueron diseñadas para los conflictos del siglo XX hacia sistemas asimétricos de mayor rango, más fáciles de mover y más difíciles de encontrar. Estamos desarrollando nuevos conceptos para guiar cómo llevamos adelante las operaciones militares. Estamos diversificando la posición y la huella mundial de nuestras fuerzas, además de fortalecer nuestras redes, la infraestructura civil crítica y las capacidades espaciales. Vamos a ayudar a aliados y socios en la región con sus propias capacidades asimétricas.

Continuaremos oponiéndonos a las actividades agresivas e ilegítimas de Pekín en los mares de China Oriental y China Meridional. Hace casi seis años, un tribunal internacional resolvió que los reclamos de Pekín en el mar de China Meridional no tienen sustento en el derecho internacional. Apoyaremos a los estados costeros de la región en la defensa de sus derechos marítimos. Trabajaremos con los aliados y socios para defender la libertad de navegación y sobrevuelo, que ha facilitado la prosperidad de la región por décadas. Continuaremos volando y navegando donde sea que el derecho internacional lo permita.

Sobre Taiwán, nuestro enfoque ha sido coherente a lo largo de distintas décadas y durante diferentes gobiernos. Tal como lo manifestó el Presidente, nuestra política no ha cambiado. Estados Unidos continúa comprometido con nuestra política sobre “una sola China”, que se basa en la Ley de Relaciones con Taiwán, los tres Comunicados Conjuntos y las Seis Garantías. Nos oponemos a todo cambio unilateral en el statu quo de cualquiera de las partes; no apoyamos la independencia de Taiwán y esperamos que las diferencias entre la China continental y Taiwán se resuelvan de manera pacífica.

Tenemos un interés perdurable y continuo en la paz y la estabilidad en todo el Estrecho de Taiwán. Continuaremos defendiendo nuestros compromisos en virtud de la Ley de Relaciones con Taiwán a fin de asistir a Taiwán para mantener una capacidad suficiente de autodefensa y, tal como se indica en dicha ley, para “mantener nuestra capacidad de resistir a cualquier uso de la fuerza u otras formas de coerción que pondrían en peligro la seguridad o el sistema social o económico de Taiwán”. Gozamos de una sólida relación extraoficial con Taiwán, una democracia dinámica y una economía líder de la región. Continuaremos ampliando nuestra colaboración con Taiwán con respecto a nuestros diversos intereses y valores compartidos, apoyando la valiosa participación de Taiwán en la comunidad internacional y profundizando nuestros vínculos económicos, de manera coherente con nuestra política sobre “una sola China”.

Si bien nuestra política no ha cambiado, lo que sí se modificó es la creciente coerción de Pekín, por ejemplo, al intentar cortar las relaciones de Taiwán con distintos países del mundo y al bloquear su participación en organizaciones internacionales. Pekín ha asumido una actividad y una retórica cada vez más provocadoras, como el vuelo casi diario de aeronaves del Ejército Popular de Liberación cerca de Taiwán. Estas palabras y acciones resultan profundamente desestabilizadoras, generan el riesgo de errores de cálculo y constituyen una amenaza para la paz y la estabilidad del Estrecho de Taiwán. Como surge de las conversaciones que mantuvo el Presidente con aliados y socios de la región del Indopacífico, mantener la paz y la estabilidad en todo el estrecho no es algo que solo interese a Estados Unidos, sino una preocupación internacional que resulta fundamental para la seguridad y prosperidad regional y mundial.

Como lo señala habitualmente el presidente Biden, el único conflicto que es peor que un conflicto voluntario es uno involuntario. Manejaremos esta relación en forma responsable para evitar que esto ocurra. Hemos priorizado las comunicaciones en casos de crisis y las medidas de reducción de riesgos con Pekín. En esta cuestión, al igual que en todas las demás, seguimos abocados a nuestros denodados esfuerzos diplomáticos, paralelamente a una competencia enérgica.

Incluso al invertir, alinearnos y competir, trabajaremos con Pekín siempre que nuestros intereses coincidan. No podemos permitir que nuestros desacuerdos nos impidan avanzar sobre las prioridades que exigen que trabajemos juntos, por el bien de nuestros pueblos y del mundo entero.

Esto comienza por el clima. China y Estados Unidos tuvieron años de estancamiento en cuanto al clima, lo cual colocó al mundo una situación de parálisis, pero también hubo períodos de progreso de los cuales el mundo se benefició. La vía diplomática en materia climática lanzada en 2013 por Estados Unidos y China dio lugar a una tendencia mundial que derivó en el Acuerdo de París. El año pasado en la COP26, las esperanzas mundiales se vieron fortalecidas cuando Estados Unidos y China emitieron la Declaración Conjunta de Glasgow para colaborar en respuesta a las emisiones que generan desde el metano hasta el carbón.

El clima no es una cuestión ideológica. Es algo matemático. No existe manera posible de resolver el cambio climático sin el liderazgo de China, el país que produce el 28 % de las emisiones mundiales. La Agencia Internacional de la Energía dejó en claro que si China se atiene a su plan actual y no aumenta sus emisiones hasta 2030, el resto del mundo deberá llegar a cero para 2035. Y eso es sencillamente imposible.

Hoy cerca de 20 naciones son responsables del 80 % de las emisiones. China es la número uno. Estados Unidos es la número dos. A menos que todos hagamos mucho más y con mucha más rapidez, el costo financiero y humano será catastrófico. Además, competir en energía no contaminante y políticas climáticas puede redundar en beneficios para todos.

El avance conjunto que logran Estados Unidos y China —inclusive a través del grupo de trabajo establecido por la Declaración de Glasgow— es esencial para que podamos evitar las peores consecuencias de esta crisis. Insto a China a que se una a nosotros para acelerar el ritmo de estos esfuerzos compartidos.

Al igual que con la pandemia de COVID-19, nuestros destinos están unidos. Y nuestros pensamientos están con el pueblo chino, que se enfrenta a la ola más reciente. Nosotros también hemos soportado el doloroso calvario que significa la covid. Por eso estamos tan convencidos de que todos los países deben trabajar juntos para vacunar a la población mundial, no a cambio de favores ni concesiones políticas, sino por la simple razón de que ningún país estará seguro hasta que todos lo estén. Todas las naciones deben compartir datos y muestras en forma transparente, además de brindar acceso a los especialistas, con respecto a las nuevas variantes y los patógenos emergentes y reemergentes a fin de evitar que haya una próxima pandemia, incluso cuando todavía estamos lidiando con la actual.

En cuanto a la no proliferación y el control de armas, responde a los intereses de todos nosotros defender las reglas, las normas y los tratados que han reducido la proliferación de armas de destrucción masiva. China y Estados Unidos deben trabajar juntos y con otros países para abordar los programas nucleares de Irán y Corea del Norte. Estamos siempre dispuestos a conversar directamente con Pekín sobre nuestras respectivas responsabilidades como potencias nucleares.

Como parte de la lucha contra el tráfico de drogas ilícitas e ilegales, especialmente los opioides sintéticos –como el fentanilo– que mataron a más de 100.000 estadounidenses el año pasado, deseamos trabajar con China para impedir que las organizaciones de narcotráfico internacional obtengan precursores químicos, muchos de los cuales provienen de China.

Mientras la crisis alimentaria mundial amenaza a los pueblos de todo el mundo, tenemos la expectativa de que China —un país con grandes logros en materia de agricultura— contribuya con una respuesta global. La semana pasada, en las Naciones Unidas, Estados Unidos convocó a una reunión de ministros de Relaciones Exteriores para el fortalecimiento de la seguridad alimentaria mundial. Extendimos una invitación para que China participe. Y seguiremos haciéndolo.

A medida que la economía mundial se recupera de la devastación que dejó la pandemia, resulta fundamental la coordinación macroeconómica global entre Estados Unidos y China a través del G20, el FMI, otros foros y, por supuesto, a nivel bilateral. Esto forma parte de ser las dos economías más grandes del mundo.

En pocas palabras, asumiremos una relación constructiva con China siempre que nos sea posible, no en favor nuestro ni de terceros y nunca a cambio de abandonar nuestros principios, sino porque el mundo espera que las grandes potencias trabajen juntas para resolver los mayores desafíos y porque esto redunda en nuestro propio beneficio. Ningún país debe dejar de avanzar en cuestiones transnacionales existenciales debido a diferencias bilaterales.

La magnitud y el alcance del desafío que presenta la República Popular China pondrán a prueba la diplomacia estadounidense como nunca antes. Estoy decidido a ofrecer al Departamento de Estado y a nuestros diplomáticos las herramientas que necesitan para abordar este desafío como parte de mi agenda en materia de modernización. Esto incluye crear un Centro sobre China, es decir, un equipo integrado por miembros de todo el departamento que coordinará e implementará nuestra política con respecto a los distintos temas y regiones, trabajando con el Congreso según corresponda. Aquí debo hacer referencia a un equipo sobresaliente de nuestra embajada en Pekín y nuestros consulados en China, dirigidos por el embajador Nick Burns. Hacen un trabajo excepcional todos los días y muchos de ellos se han desempeñado en las últimas semanas a pesar de los estrictos confinamientos por la covid. Han persistido pese a las condiciones extremas. Estamos agradecidos por este magnífico equipo.

Nunca estuve más convencido del poder y la determinación de la diplomacia estadounidense, así como de nuestra capacidad para enfrentar los desafíos de esta década decisiva. Al pueblo estadounidense le propongo que nos volvamos a comprometer a invertir en nuestras fortalezas esenciales, en nuestro pueblo, en nuestra democracia y en nuestro espíritu innovador. Como suele decir el presidente Biden, nunca es bueno apostar contra Estados Unidos. Pero sí apostemos a nosotros mismos y ganemos la competencia del futuro.

A los países de todo el mundo comprometidos a crear un futuro abierto, seguro y próspero, los invito a que trabajemos en conjunto para defender los principios que hacen posible nuestro progreso compartido y a que reivindiquemos el derecho de cada nación a escribir su propio futuro. Al pueblo de China, le decimos que vamos a competir con confianza, vamos a colaborar en todo aquello que sea posible y nos opondremos cuando debamos hacerlo. No vemos ningún conflicto.

No hay motivo por el que nuestras grandes naciones no puedan convivir en forma pacífica y participar y contribuir juntas al progreso humano. A esto se reduce todo lo que he manifestado hoy: promover el progreso humano para dejar a nuestros hijos un mundo más pacífico, más próspero y más libre.

Muchísimas gracias por su atención. (Aplausos).

 


Para ver el texto original, ir a: https://www.state.gov/the-administrations-approach-to-the-peoples-republic-of-china/

domingo, 1 de mayo de 2022

La estrategia de EUA en Centro America

 



La vicepresidenta Harris ha liderado la Estrategia de Causas Raíz, que alinea los esfuerzos del Gobierno de los Estados Unidos para abordar los impulsores económicos, de gobernanza y de seguridad de la migración irregular desde América Central. La estrategia integral de la Administración Biden-Harris combina importantes recursos del Gobierno de los Estados Unidos con inversiones sustanciales del sector privado para apoyar el desarrollo a largo plazo de la región. Para avanzar en la estrategia, el Vicepresidente se reunió con líderes regionales y viajó a Guatemala, México y Honduras para lanzar nuevas iniciativas que aborden de manera sostenible las causas fundamentales de la migración. La Vicepresidenta también reunió a líderes del sector privado a través de su iniciativa Llamado a la Acción que ha generado más de $ 1.2 mil millones en compromisos para crear nuevos empleos y oportunidades para las personas en la región. Además, ha involucrado a socios de todo el mundo para generar nuevos compromisos.

Estos son esfuerzos a largo plazo, pero bajo el liderazgo del Vicepresidente, la Administración Biden-Harris está viendo un progreso significativo hacia la creación de esperanza para las personas en El Salvador, Guatemala y Honduras de que se puede encontrar una vida mejor en casa. Los aspectos más destacados hasta la fecha incluyen:

  • Las iniciativas de Estados Unidos están proporcionando a las micro y pequeñas empresas acceso a $100 millones en financiamiento para apoyar la recuperación económica en la región.
  • Para combatir la pandemia de COVID-19, el Gobierno de los Estados Unidos ha entregado más de 15 millones de dosis de vacunas gratuitas bilateralmente y en asociación con COVAX a países del norte de América Central.
  • El Gobierno de los Estados Unidos ha proporcionado $26.4 millones a El Salvador, $81.5 millones a Guatemala y $57.1 millones a Honduras para apoyar la lucha contra el COVID-19.
  • El apoyo del gobierno de los Estados Unidos a las empresas del sector privado ayudó a crear más de 70,000 empleos.
  • La iniciativa Centroamérica Local del Gobierno de los Estados Unidos, de US$300 millones, está empoderando a las organizaciones locales para abordar los impulsores de la migración irregular.
  • El apoyo de Estados Unidos al sector agrícola de la región está generando mayores ingresos para las familias campesinas y los productores.
  • El financiamiento adicional de los Estados Unidos para los programas de alimentación escolar está mejorando la seguridad alimentaria en el norte de América Central.
  • Un nuevo Grupo de Trabajo Anticorrupción del Departamento de Justicia, que fue anunciado por el Vicepresidente en junio de 2021, está priorizando los enjuiciamientos contra actores corruptos en la región.
  • Las sanciones y restricciones de visado de Estados Unidos están dirigidas a los perpetradores de corrupción y graves abusos contra los derechos humanos.
  • La capacitación de Estados Unidos profesionalizó a más de 5,000 policías civiles en toda la región.
  • Un nuevo grupo de trabajo para prevenir el tráfico ilícito de migrantes y la trata de personas, que fue anunciado por el Vicepresidente en junio de 2021, está interrumpiendo las operaciones de trata y su trabajo ya ha llevado a la acusación de ocho líderes de organizaciones de tráfico de personas.
  • Los programas estadounidenses están apoyando a las víctimas de niños migrantes no acompañados, la violencia de género y los sobrevivientes de la trata de personas.
  • Los nuevos programas y becas del gobierno de los Estados Unidos están mejorando el acceso a la educación para casi 18,000 migrantes que regresan / potenciales y jóvenes en riesgo.
  • Las asociaciones del Gobierno de los Estados Unidos con organizaciones locales están aumentando las oportunidades de generación de ingresos para miles de mujeres y niñas indígenas.
  • Los programas de Estados Unidos están empoderando a las mujeres empresarias para lanzar y escalar sus negocios en toda la región.
  • El gobierno de los Estados Unidos está apoyando a los jóvenes en riesgo en toda la región para fortalecer su capacidad de resistir el reclutamiento de pandillas.
  • La nueva programación en el norte de Centroamérica se centra en aumentar la acción colectiva para abordar el trabajo infantil y forzoso y mejorar las condiciones de seguridad y salud ocupacional de los trabajadores de la región.

Como parte del Llamado a la Acción del Vicepresidente:

  • Microsoft está conectando a cuatro millones de personas a la banda ancha en toda la región, con más de un millón ya conectados hasta la fecha.
  • Nespresso invertirá 150 millones de dólares para duplicar el número de agricultores con los que trabaja en la región y comenzar a obtener café de El Salvador y Honduras.
  • Mastercard está llevando a cinco millones de personas a la economía financiera formal mientras digitaliza un millón de micro y pequeñas empresas.
  • Parkdale Mills está invirtiendo $150 millones para apoyar una nueva instalación de hilado de hilo en Honduras y una instalación existente en Virginia, apoyando 500 empleos en cada ubicación.
  • PepsiCo está invirtiendo al menos $ 190 millones en el norte de América Central hasta 2025 para mejorar sus plantas y expandir las rutas de distribución.
  • Grupo Mariposa está brindando a más de 70,000 propietarios de pequeñas empresas acceso a crédito y servicios digitales.

Para obtener detalles adicionales, consulte el Informe sobre la Estrategia de los Estados Unidos para abordar las causas fundamentales de la migración en América Central.


La vicepresidenta Harris lanzó la Estrategia de Causas Fundamentales el 29 de julio de 2021 para alinear los esfuerzos del Gobierno de los Estados Unidos para abordar los impulsores económicos, de gobernanza y de seguridad de la migración irregular desde América Central. Abordar los desafíos persistentes que impulsan la migración irregular requiere una voluntad política sostenida y la cooperación entre una amplia gama de partes interesadas para fomentar el desarrollo a largo plazo en la región. El Vicepresidente ha liderado el progreso en la Estrategia de la Administración, incluso viajando a GuatemalaMéxico y Honduras para lanzar nuevas iniciativas que aborden de manera sostenible las causas profundas de la migración.

Reconociendo el importante papel del sector privado, la vicepresidenta Harris reunió a los líderes del sector privado a través de un Llamado a la Acción, que ha resultado en más de $ 1.2 mil millones en compromisos del sector privado en América Central para crear nuevos empleos y oportunidades para las personas en la región. La vicepresidenta Harris también involucró a socios de todo el mundo para apoyar nuestro trabajo y generar nuevos compromisos.

La estrategia de la Administración Biden-Harris representa un enfoque integral para promover el crecimiento económico inclusivo en la región con un fuerte enfoque en el fortalecimiento de la gobernabilidad democrática y la lucha contra la corrupción, el empoderamiento de las mujeres, el cambio climático, los derechos humanos, la seguridad y la reducción de la violencia de género. Integra varias herramientas del gobierno de los Estados Unidos, incluida la asistencia extranjera, las finanzas para el desarrollo, la diplomacia pública y las sanciones económicas y las restricciones de visas. Debido a que el desarrollo a largo plazo de la región requerirá algo más que los recursos del Gobierno de los Estados Unidos, la Estrategia forja sólidas asociaciones con el sector privado y los socios internacionales.

Movilización de la inversión del sector privado

El liderazgo del Vicepresidente ha reunido a los líderes del sector privado a través de un Llamado a la Acción. En colaboración con la Alianza para Centroamérica, esto ha resultado en más de $ 1.2 mil millones en compromisos del sector privado en América Central para crear nuevos empleos y oportunidades para las personas en la región. Las seis áreas de enfoque del Llamado a la Acción están destinadas a apoyar el desarrollo a largo plazo de la región. Son los siguientes: promover un programa de reformas; inclusión digital y financiera; la seguridad alimentaria y la agricultura climáticamente inteligente; adaptación al clima y energía limpia; educación y desarrollo de la fuerza de trabajo; y el acceso a la salud pública.

Las empresas que han realizado inversiones y compromisos en la región incluyen Microsoft, Nespresso, Mastercard, CARE International, Cargill, Grupo Mariposa, Parkdale Mills, PepsiCo, JDE Peet's y PriceSmart. Estos compromisos iniciales ya están dando sus frutos. Algunos aspectos destacados incluyen:

  • Acceso a Internet: Microsoft catalizó el desarrollo de centros de capacitación de acceso digital, energía limpia fuera de la red y acceso de banda ancha que cubren una población de 1.1 millones de personas, y está en camino de conectar a 4 millones de personas a banda ancha para 2024.
  • Apoyo a los agricultores: Nespresso trabaja con más de 1.200 granjas en Guatemala para mejorar los medios de vida en la región. La compañía anunció su primer abastecimiento de café de Honduras y El Salvador, con planes de aumentar las actividades en la región para la próxima temporada de cosecha. Esto es parte del compromiso de la compañía de apoyar la economía de la región con un mínimo de $ 150 millones que se gastarán en compras de café, primas de precios y asistencia técnica para 2025.
  • Inclusión digital y financiera: Mastercard se comprometió a llevar a cinco millones de personas en El Salvador, Guatemala y Honduras a la economía financiera formal y a digitalizar un millón de micro y pequeñas empresas. La compañía estableció una Asociación de País Digital con el Ministerio de Economía de Guatemala, acelerando su trabajo para llevar a cinco millones de personas en El Salvador, Guatemala y Honduras a la economía financiera formal. Esto también permitirá que un millón de micro y pequeñas empresas accedan a sistemas de pago y gestión en línea.
    • Creación de empleos y resiliencia de la cadena de suministro: Parkdale Mills está invirtiendo $150 millones en una nueva instalación de hilado de hilo en Honduras. Este apoyo proporcionará a los clientes fuentes para comprar un millón de libras de hilo por semana dentro de la región, al tiempo que aumenta la resiliencia de la cadena de suministro de los Estados Unidos. La inversión está destinada a apoyar a aproximadamente 500 empleados en cada ubicación y aumentar el crecimiento indirecto del empleo en Honduras y en los Estados Unidos, particularmente en la industria algodonera de los Estados Unidos en 18 estados. La inversión también incluye $ 24 millones en nuevas inversiones en energía solar, recaptura de agua y sistemas de HVAC de eficiencia energética.
    • Inversiones en infraestructura y energía renovable: PepsiCo invertirá al menos $ 190 millones en el norte de América Central hasta 2025. Las inversiones planificadas de la compañía incluyen mejoras en su infraestructura y plantas de fabricación; ampliación de nuevas rutas de distribución; Proyectos de TI; e inversiones alineadas con su agenda "pep+" (PepsiCo Positive). Esto incluye la difusión de prácticas agrícolas regenerativas en siete millones de acres (que es aproximadamente el tamaño de toda la huella agrícola de la compañía), convertirse en Net Water Positive para 2030 al reducir el uso absoluto de agua y reponer las cuencas hidrográficas, y lograr emisiones netas cero para 2040 al aumentar el uso de energía renovable, entre otros esfuerzos.
    • Apoyo a las pequeñas empresas: Grupo Mariposa proporcionará a más de 70,000 propietarios de pequeñas empresas acceso a crédito y servicios digitales. También apoyará a 3.500 pequeñas y medianas empresas con acceso a telemedicina, educación y conectividad a Internet, impactando a más de 200.000 personas y expandiendo las soluciones de atención médica y telemedicina a 2.000 comunidades remotas. Además, invertirá más de $ 10 millones para aumentar su huella de café, creando más de 500 nuevos empleos y apoyando a más de 400 pequeños y medianos productores de café para aumentar la productividad y el potencial de ganancias.
    • CARE anunció sus planes para establecer un Centro para la Equidad de Género en Centroamérica de $50 millones enfocado en mujeres y jóvenes y diseñado para llegar a 500,000 mujeres individuales y sus familias, impactando a dos millones de personas en total. El Centro apoyará programas públicos y privados en la región, ampliando los que funcionan, para apoyar la inclusión financiera, el empoderamiento económico de las mujeres (incluso en la protección de los derechos laborales y en el apoyo al espíritu empresarial), la mejora de los resultados agrícolas y la reducción de la violencia de género. En particular, CARE apoyará a las empresas que se unan al Llamado a la Acción con asistencia técnica para garantizar que se aplique una lente basada en el género a los nuevos programas e inversiones.

    Creando oportunidades económicas

    • Creación de empleo: En el año fiscal 2021, el apoyo de USAID a empresas del sector privado en El Salvador, Guatemala y Honduras ayudó a crear más de 70,000 empleos, estimuló $ 415 millones en ventas y apoyó a los productores agrícolas para obtener acceso a $ 860 millones en financiamiento. En Honduras, USAID ayudó a establecer una nueva línea de préstamo de $20 millones para prestar a clientes agrícolas desatendidos, especialmente a mujeres propietarias de agronegocios.
    • Movilización de la inversión: A través de la iniciativa de Emprendimiento e Innovación para el Desarrollo guatemalteca de USAID, anunciada por la Vicepresidenta Harris en junio de 2021, USAID ha aprovechado $59 millones, contra su inversión de $7.5 millones, de socios internacionales y locales del sector privado para escalar soluciones impulsadas por la tecnología y dirigidas por el mercado a desafíos críticos de desarrollo en todo el país.
    • Public-Private Partnerships:  U.S. Government advocacy contributed to Guatemala’s first public-private partnership (PPP) project in November 2021, which will extend and repair the highway that connects the capital with the country’s primary Pacific port, Puerto Quetzal, and can serve as a model for other infrastructure investment and help Guatemalans bring their products to the global market.  The U.S. Trade and Development Agency (USTDA), in December 2021, awarded a feasibility study grant to develop a PPP that would install LED streetlights along more than 500 kilometers of highway across El Salvador to improve safety, increase energy efficiency, and lower energy costs.  These PPPs can serve as powerful models for future infrastructure investment collaboration in the region.
    • Access to Finance:  In October 2021, the U.S. International Development Finance Corporation (DFC) disbursed $100 million to the Central American Bank for Economic Integration (CABEI) to fund financial institution intermediaries in El Salvador, Guatemala, and Honduras which will then lend to micro, small, and medium enterprises (MSMEs) to support economic recovery in the wake of the COVID-19 pandemic.  The DFC, with USAID funding, provided additional loan guarantees to entities in El Salvador and Honduras to enhance lending to women-led small and medium enterprises (SMEs) and SMEs in high growth sectors of the economy to support economic growth and job creation within historically marginalized communities.  In September 2021, USAID finalized a new loan guarantee that is facilitating access to loans for SMEs in the Western Highlands of Guatemala, a region with high levels of out-migration.
    • Trade Facilitation:  In August 2021, the Department of Commerce’s Commercial Law Development Program (CLDP) and International Trade Administration (ITA) conducted a regional trade facilitation workshop with Guatemalan customs and trade ministries.  In May and June of 2022, CLDP will host two workshops in Honduras on customs valuation and communication.  These workshops are part of a multiphase effort to promote transparency, cooperation, and coordination among the northern Central American governments and improve inter-regional trade.

    Strengthening Health and Education

    • Vaccine Doses:  To assist people in the region in combating the COVID-19 pandemic, the U.S. Government has delivered more than 15 million free-of-cost vaccine doses bilaterally and in partnership with COVAX to countries in northern Central America. Vaccination rates are steadily increasing in all three countries with Guatemala at 33 percent, Honduras at 46 percent, and El Salvador at 66 percent of their populations completing the initial COVID-19 vaccination protocol.
    • Vaccine Financing:  In September 2021, the DFC, in conjunction with Citigroup Inc., provided a risk management solution to Gavi, the Vaccine Alliance, to mitigate risk and overcome financial hurdles with governments that are funding COVID-19 vaccine purchases through the COVAX Facility.  Of the $383 million in political risk insurance provided to Gavi, $50 million was provided to support allocation of vaccines to Guatemala.
    • El Gobierno de los Estados Unidos ha proporcionado $26.4 millones a El Salvador, $81.5 millones a Guatemala y $57.1 millones a Honduras para apoyar la lucha contra el COVID-19 y fortalecer los sistemas de salud. La asistencia está apoyando la capacitación de los trabajadores de la salud y el personal de salud pública en la gestión de cuidados críticos y la administración segura y eficaz de vacunas, el fomento de la capacidad de laboratorio, el fortalecimiento de los esfuerzos de rastreo de contactos, el intercambio de información crítica para prevenir la propagación de enfermedades, la prestación de asistencia técnica para los sistemas de información sanitaria necesarios para evaluar la equidad en la distribución de vacunas y supervisar la seguridad de las vacunas. y reforzar los sistemas de oxígeno para garantizar la disponibilidad de los pacientes que los necesitan en Guatemala y Honduras.
    • Educación: En El Salvador, en noviembre de 2021, USAID lanzó un Proyecto de Becas para la Educación de $ 20 millones para frenar la migración irregular al aumentar el acceso equitativo a oportunidades educativas formales para 6,450 retornados y migrantes potenciales. En Honduras, USAID instaló puntos de acceso a Internet en 60 centros de aprendizaje comunitarios y aumentó el acceso al aprendizaje remoto para más de 5,000 personas, incluidos más de 600 niños migrantes retornados. USAID también completó reparaciones y expansiones a dos escuelas en el oeste de Honduras, que atienden a más de 1,800 estudiantes locales en esta área de alta emigración. En Guatemala, USAID brindó asistencia educativa a más de 6,300 jóvenes en riesgo y lanzó nuevas asociaciones para fortalecer los programas de idioma inglés.

    Mejorar la resiliencia climática y la seguridad alimentaria

    • Asistencia humanitaria: Desde abril de 2021, USAID llegó a aproximadamente 1,9 millones de personas afectadas por sequías recurrentes, COVID-19 y daños graves causados por los huracanes Eta e Iota en el norte de América Central con asistencia humanitaria que salva vidas, como asistencia alimentaria de emergencia, salud, restauración de medios de vida, protección, refugio, así como apoyo de agua, saneamiento e higiene (WASH).
    • Seguridad alimentaria: El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) proporcionó $30 millones para expandir su programa Food for Progress en Guatemala, lo que le permitirá llegar a 18,000 productores adicionales. El USDA proporcionó $45 millones para expandir su programación de alimentación, salud, nutrición y educación escolar McGovern-Dole en Guatemala y Honduras, llegando a 124,000 beneficiarios adicionales, con una proyección de casi 400,000 beneficiarios durante la vida del programa. Además, en el año fiscal 2021, las actividades de Alimentar el Futuro de USAID en Honduras ayudaron directamente a casi 16,000 familias de agricultores y agronegocios a adoptar tecnologías para aumentar los rendimientos. Esta asistencia contribuyó a más de 23 millones de dólares en ventas incrementales. En Guatemala, las actividades de Alimentar el Futuro de USAID crearon casi 30,000 empleos y más de $ 76 millones en ventas, mientras que aprovecharon más de $ 10 millones en financiamiento y $ 6 millones en inversión en el sector agrícola.

    Lucha contra la corrupción

    • Grupo de Trabajo contra la Corrupción: En junio de 2021, la vicepresidenta Harris anunció el establecimiento del Grupo de Trabajo Anticorrupción (ACTF) del Departamento de Justicia. Posteriormente, la ACTF creó una nueva línea de información para informar sobre la corrupción en la región y el FBI ha revisado y dado seguimiento a las sugerencias resultantes. La ACTF continúa operando la línea de información y se basa en las relaciones con contrapartes, testigos, cooperadores y otros en la región para agilizar y priorizar las investigaciones. Además, el número de Asesores Legales Residentes (RLA) del Departamento de Justicia, apoyado por el Departamento de Estado, aumentó en toda la región, y los RLA continúan trabajando con sus contrapartes en El Salvador, Guatemala y Honduras. En noviembre de 2021, una unidad anticorrupción hondureña asistida por RLA obtuvo veredictos de culpabilidad contra el ex ministro de salud y el ex ministro de Trabajo por cargos de malversación de fondos, soborno, fraude y lavado de dinero.
    • Sanciones y restricciones de visado: En diciembre de 2021, el Departamento del Tesoro impuso sanciones a funcionarios en El Salvador y Guatemala en relación con la corrupción pública de conformidad con el programa de sanciones Global Magnitsky, que permite atacar la corrupción y los graves abusos contra los derechos humanos. Además, el Departamento de Estado designó públicamente a varios funcionarios guatemaltecos y salvadoreños bajo la Sección 7031 (c) de la Ley de Asignaciones del Departamento de Estado, Operaciones Extranjeras y Programas Relacionados por su participación en corrupción significativa, lo que generalmente los hace a ellos y a sus familiares inmediatos inelegibles para ingresar a los Estados Unidos. Antes de estas acciones, el Departamento de Estado incluyó públicamente a múltiples funcionarios actuales y anteriores y particulares en la Lista de Actores Corruptos y Antidemocráticos de la Sección 353, lo que generalmente hace que estas personas no sean elegibles para visas y admisión a los Estados Unidos. En agosto de 2021, Estados Unidos también lanzó una nueva autoridad de restricción de visas bajo la Sección 212 (1) (3) (C) de la Ley de Inmigración y Nacionalidad sobre la emisión de visas a funcionarios actuales o anteriores del gobierno guatemalteco, hondureño o salvadoreño y otras personas que se cree que son responsables o cómplices de socavar la democracia o el estado de derecho.
    • Auditoría y Supervisión: Para promover la transparencia y combatir la corrupción, USAID capacitó a 100 auditores en el Centro Especializado en Delitos Tributarios y Aduaneros de Guatemala para identificar mejor los delitos fiscales, donó equipos informáticos para su uso en auditorías de campo y brindó asistencia técnica sobre la documentación de denuncias penales. Con el apoyo de USAID, el Centro ha recuperado casi $80 millones en ingresos tributarios desde su creación.

    Promover la democracia, promover el estado de derecho y proteger los derechos humanos

    • Elecciones democráticas: El Departamento de Estado y USAID involucraron a todos los niveles de la sociedad hondureña y al gobierno antes de las elecciones presidenciales de noviembre de 2021 para promover elecciones libres, justas y pacíficas que reflejaran la voluntad de los votantes hondureños. La asistencia de USAID ayudó a facilitar las elecciones del país a través del apoyo a periodistas y organizaciones de la sociedad civil para informar objetivamente sobre información sobre el proceso electoral, análisis independientes que informaron recomendaciones sobre la seguridad de las elecciones y sacar las campañas de votación. USAID también apoyó el fortalecimiento de los organismos de gestión electoral. El Departamento de Estado apoyó la capacitación de los agentes de policía antes de las elecciones, incluido el contenido sobre el uso de la fuerza y las leyes y procedimientos electorales pertinentes, y distribuyó 20.000 guías de bolsillo para el día de las elecciones a los agentes de policía en las que se hacía hincapié en la importancia de respetar los derechos de todos los ciudadanos a votar. La elección, caracterizada por una alta participación electoral, resultó en la elección pacífica de la primera mujer presidenta del país.
    • En los países del norte de Centroamérica, el Departamento de Estado y USAID trabajaron juntos para promover los derechos humanos, los derechos laborales y la libertad de prensa. USAID aumentó los recursos para responder a las crecientes necesidades de protección, brindando apoyo crítico a periodistas, defensores de derechos humanos y defensores de la lucha contra la corrupción. USAID brindó asistencia oportuna a más de 30 defensores de derechos humanos y defensores de la democracia en El Salvador, Guatemala y Honduras. Para responder a las altas tasas de extorsión, trata de personas y violencia entre las personas marginadas de minorías sexuales y de género, USAID apoyó a las organizaciones de la sociedad civil LGBTQI + para abordar políticas regresivas y abogar por reformas a las leyes clave. En Honduras, esto incluyó abogar por que las personas transgénero puedan registrarse legalmente bajo sus nombres elegidos, en lugar de los nombres en sus certificados de nacimiento bajo la ley que rige el Registro Nacional de Personas. Una petición pública obtuvo más de 4,000 firmas antes de presentarse al Congreso Nacional de Honduras en noviembre de 2021. A medida que el Congreso considera su respuesta, los grupos de defensa LGBTQI + participan en esfuerzos de promoción y políticas relacionados para promover aún más las protecciones necesarias. Además, la Iniciativa de Derechos Humanos del Comando Sur de los Estados Unidos tiene esfuerzos en los tres países del norte de Centroamérica, ayudando a institucionalizar el respeto de los derechos humanos en la doctrina de las fuerzas armadas de las naciones amigas y la educación profesional.
    • Nueva Asistencia Técnica para Promover los Derechos Laborales: El Departamento de Trabajo (DOL) anunció recientemente $20 millones en nuevos programas en el norte de Centroamérica. Las actividades se centrarán en aumentar la acción colectiva para abordar el trabajo infantil y forzoso y mejorar las condiciones de seguridad y salud ocupacional de los trabajadores en la región. Los esfuerzos también mejorarán la capacidad de los trabajadores para ejercer sus derechos laborales en las cadenas de suministro agrícola en Guatemala y Honduras y el sector textil / confección en El Salvador.  
    • Mesas Laborales: En junio y julio de 2021, DOL organizó nueve mesas redondas laborales, convocando a más de 50 sindicatos y organizaciones de la sociedad civil de los Estados Unidos, El Salvador, Guatemala y Honduras para discutir el nexo entre los problemas laborales y la migración.

    Lucha contra la delincuencia y aumento de la seguridad

    • Tráfico de personas: En junio de 2021, la vicepresidenta Harris anunció la creación de un grupo de trabajo regional para identificar, interrumpir y prevenir el tráfico ilícito de migrantes y las operaciones de trata de personas. Trabajando con socios en la región, la Fuerza de Tarea Conjunta Alfa de los Departamentos de Justicia y Seguridad Nacional, que se enfoca en el tráfico de personas, continúa identificando y persiguiendo casos prioritarios de tráfico de personas para su enjuiciamiento dentro de los Estados Unidos. Los RLA del Departamento de Justicia, con el apoyo del Departamento de Estado, están trabajando con contrapartes en El Salvador, Guatemala y Honduras para llevar a cabo investigaciones y enjuiciamientos. En noviembre de 2021, los fiscales asesorados por RLA obtuvieron acusaciones contra veinte miembros de una organización de tráfico de personas (HSO) que operaba en Todo El Salvador y Guatemala. En un esfuerzo coordinado, la policía y los fiscales guatemaltecos también ejecutaron órdenes de allanamiento en cinco lugares vinculados a la misma HSO. En enero de 2022, como parte de otra investigación coordinada con Investigaciones de Seguridad Nacional del DHS, las autoridades guatemaltecas ejecutaron 19 órdenes de allanamiento, incautaron más de $ 200,000 y arrestaron a diez ciudadanos guatemaltecos por violaciones de la ley extranjera relacionadas con el tráfico de personas y el lavado de dinero. En Honduras, los esfuerzos del gobierno de los Estados Unidos dieron como resultado la formación de un grupo de trabajo de migración para centrarse en la investigación y el enjuiciamiento de las redes de contrabando y trata. Desde enero de 2021, este y otros programas de seguridad fronteriza han resultado en el arresto de 283 presuntos traficantes de personas, el rescate de 200 menores y una triplicación en el número de migrantes verificados contra las bases de datos criminales y terroristas de Estados Unidos.
    • Blanqueo de dinero: En noviembre de 2021, fiscales tutelados por Estados Unidos en Honduras obtuvieron condenas por lavado de dinero contra siete ciudadanos hondureños que eran miembros de alto nivel de la organización narcotraficante Byron Ruiz previamente condenados por cargos agravados de narcotráfico en Honduras.
    • Aplicación de la ley civil: El Departamento de Estado trabajó para profesionalizar las fuerzas de seguridad en toda la región mediante la capacitación de más de 5,000 policías civiles en el año calendario 2021 en temas como la policía comunitaria, las investigaciones y los derechos humanos.
    • Destrucción de armas convencionales: En 2021, el Departamento de Estado proporcionó capacitación en eliminación de artefactos explosivos y gestión de arsenales a 86 miembros de las fuerzas de seguridad, destruyó 7,91 toneladas métricas de municiones obsoletas y proporcionó mejoras de seguridad física a instalaciones vulnerables de almacenamiento de armas en El Salvador y Guatemala para prevenir el robo ilícito y la proliferación de armas en poder del Estado que contribuyen a la violencia armada y la actividad delictiva en la región.
    • Intercambio regional de información: El Departamento de Estado apoyó un esfuerzo regional para compartir inteligencia criminal sobre organizaciones criminales transnacionales y delincuentes asociados en América Central, con un enfoque en el tráfico ilícito de migrantes y la trata de personas. En 2021, este esfuerzo facilitó la identificación de casi 1.200 miembros de organizaciones criminales transnacionales.
    • Reinserción de ex delincuentes: En El Salvador, USAID apoyó un modelo de reinserción innovador y basado en la evidencia para las poblaciones adultas y jóvenes que salen de la prisión y la participación en pandillas, lo que en el último año ha llevado a una tasa de éxito del 70 por ciento de los participantes que reciben empleo o participan constantemente en el apoyo para el desarrollo de habilidades y no reinciden.

    Centrándose en las mujeres y los jóvenes

    • Violencia de género: En febrero de 2022, USAID otorgó una subvención de $5 millones a El Refugio de la Niñez, una ONG guatemalteca, para expandir los servicios educativos, legales, de vivienda, médicos, psicosociales y de otro tipo a los sobrevivientes de la trata de personas y los niños migrantes no acompañados. En septiembre de 2021, el Departamento de Estado apoyó el diseño e implementación de un curso especializado para fiscales hondureños sobre violencia de género, incluida la violencia doméstica, que se lanzó con una clase inicial de 25 fiscales en febrero de 2022. El apoyo de los Estados Unidos está ayudando a la Policía Nacional de Honduras a renovar su plan de estudios de capacitación para centrarse en los incidentes de violencia de género y capacitar a los operadores del 911 sobre cómo priorizar y enrutar los más de 60 informes de dicha violencia diariamente. Los programas de Estados Unidos también están aumentando significativamente el apoyo y los recursos para las víctimas después de la violencia.
    • Empoderamiento de las Mujeres Jóvenes: Con el lanzamiento en junio de 2021 de su Iniciativa de Empoderamiento de las Mujeres Jóvenes de $40 millones, USAID se está asociando con organizaciones indígenas y de mujeres guatemaltecas, el sector privado y organizaciones internacionales para aumentar la educación, la capacitación profesional y las oportunidades de generación de ingresos para miles de mujeres y niñas indígenas guatemaltecas.
    • Mujeres Emprendedoras: El programa de la Academia de Mujeres Empresarias (AWE) del Departamento de Estado en el norte de Centroamérica proporciona a las mujeres participantes el conocimiento, las redes y el acceso para lanzar y escalar sus negocios a través de una combinación comprobada de clases de negocios, tutoría profesional y capital inicial. En septiembre de 2021, Honduras agregó 315 nuevos participantes y en noviembre de 2021, Guatemala graduó a una clase de 120 mujeres, incluidas representantes de las comunidades garífunas de las tierras altas y afromaltecas con altas tasas de emigración, mientras que El Salvador graduó a una clase de 176 mujeres, 36 de las cuales recibieron $ 24,000 en capital semilla para invertir aún más en sus negocios y crear empleos en sus comunidades.
    • Promover el empoderamiento económico de las mujeres: El 4 de enero de 2022, USAID lanzó el desafío MujerProspera, buscando soluciones que promuevan la seguridad económica, el empleo y / o el espíritu empresarial de las mujeres en El Salvador, Guatemala y Honduras. Con este desafío, USAID espera emitir hasta 14 premios cada uno valorado entre $ 150,000 y $ 500,000 a finales de esta primavera.
    • Jóvenes en riesgo: Desde julio de 2021, USAID ha brindado apoyo psicosocial y asesoramiento familiar, actividades de prevención de la violencia de género, capacitación en habilidades para la vida, talleres vocacionales, inclusión digital, actividades deportivas y artísticas, y educación alternativa para jóvenes excluidos del sistema de educación formal para más de 27,500 niños y jóvenes en 80 comunidades de alta delincuencia y emigración de las regiones norte, centro y oeste de Honduras. El Departamento de Estado trabajó con instructores certificados de Educación y Capacitación en Resistencia a las Pandillas (G.R.E.A.T.) en todo Honduras para llegar a más de 100,000 niños y ayudar a fortalecer su capacidad para resistir el reclutamiento de pandillas. En El Salvador, USAID lanzó una alianza de US$20 millones (que incluye US$10 millones en apalancamiento del sector privado) con el socio local Glasswing International para mejorar la seguridad ciudadana en comunidades salvadoreñas específicas para ayudar a reducir la migración irregular, con el objetivo de llegar a 30,000 personas (en su mayoría jóvenes) en cinco años con oportunidades económicas y educativas.

    Mejora de las asociaciones

    • Participación de organizaciones locales: En noviembre de 2021, USAID anunció Centroamérica Local, una iniciativa de cinco años y US$300 millones para empoderar a las organizaciones locales en El Salvador, Guatemala y Honduras para abordar los impulsores de la migración irregular a los Estados Unidos.
    • Cooperación con México: En diciembre de 2021, Estados Unidos y México anunciaron Sembrando Oportunidades, un nuevo marco para la cooperación al desarrollo para abordar las causas fundamentales de la migración irregular desde El Salvador, Guatemala y Honduras. Estos esfuerzos están en marcha. En El Salvador, USAID está otorgando becas a los graduados del programa de fuerza laboral juvenil de México, y en Honduras, USAID y su contraparte mexicana tienen como objetivo llegar a más de 500,000 jóvenes en riesgo con habilidades y experiencia que pueden conducir a un empleo a largo plazo.

    Compromiso diplomático en todo el mundo para abordar las causas fundamentales

    • La Vicepresidenta ha reconocido la necesidad de internacionalizar sus esfuerzos y ha estado reuniendo a socios de todo el mundo para apoyar los esfuerzos de los Estados Unidos para abordar las causas fundamentales de la migración. El extenso compromiso diplomático del Vicepresidente con líderes de todo el mundo incluye los siguientes nuevos e importantes compromisos:
    • República de Corea: Después de que el Vicepresidente se reuniera con el Presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, el Republicano de Corea duplicó la asistencia extranjera al norte de Centroamérica a $ 220 millones en cinco años.
    • Japón: El Gobierno del Japón se comprometió a estrechar la colaboración y ha proporcionado casi 22 millones de dólares en asistencia a los tres países del norte de Centroamérica.
    • Israel: El gobierno israelí anunció que colaboraría con USAID en programas de agricultura, manejo de cuencas hidrográficas y prevención de la violencia en Guatemala y Honduras.

    La diplomacia del Vicepresidente ayudó a establecer los Planes de Respuesta Humanitaria de las Naciones Unidas para Honduras, El Salvador y Guatemala. Ha trabajado con la Unión Europea y Canadá, que se han convertido en los mayores donantes al esfuerzo después de los Estados Unidos.