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martes, 13 de febrero de 2018

¿Puede verse el futuro?


por Emilio Santamaría S.


Juan no resistió la tentación, entró en la tienda de la Gitana Adivinadora y saludó tímidamente. Detrás de una mesa muy baja, sentada sobre un cojín enorme, una mujer gorda que vestía estrafalariamente contestó el saludo con voz ronca.

Una especie de turbante rojo le cubría la cabeza y unos enormes aretes dorados pendían de sus orejas a cada lado de un rostro maquillado con exageración. Sin embargo, lucía agradable. “Siéntate muchacho, has venido al lugar apropiado, tus antepasados guiaron tus pasos hasta aquí”.


 Juan tomó asiento en un cojín frente a la gitana. “¿Quieres saber tu futuro? ¡Zulema te dirá tu pasado, tu presente y tu futuro! Solo tienes que poner un billete de veinte dólares en esta caja, servirán como sacramentos celestiales para mis ángeles reveladores”.

 Juan colocó dos billetes de diez. La mujer sacó una bola de cristal. Hizo ademanes y comenzó a mirarla fijamente. Una mal disimulada luz se encendió iluminando la bola.

La mujer comenzó a hablar con una voz tan suave que parecía venir de muy lejos: “Veo un carro lujoso, último modelo. Lo guías tú, vestido elegantemente. Junto a ti una rubia te mira embelesada, enamorada. Pero… ¡cuidado! ¡algo malo va a pasar!” A Juan le sorprendió lo vívido del relato.

Interrumpió a la gitana: “¡Un momento! ¿De dónde sacas todo esto? ¡Yo no veo nada!”. La mujer se enfureció y gritó: “¡Fuera, fuera! ¿Acaso pretendes que por veinte miserables dólares te permita también a ti ver el futuro? ¡Algo malo va a sucederte y tu estupidez no te permite siquiera saberlo!”

El exabrupto de la gitana convenció totalmente a Juan de que todo era una farsa. Se levantó, y ágilmente estirando la mano tomó sus veinte dólares. Al salir, volvió la cabeza y le dijo: “¡Qué sueñes con tus ángeles reveladores!”, Juan pensó en la tontería que había cometido ya que no se pueda ver el futuro.

 Pero se equivoca. Porque él mismo, como usted y como yo, tiene un cerebro con millares de conexiones, capaz de imaginar lo que quisiéramos llegar a ser, y también, tenemos la capacidad de trabajo, para convertir en realidad aquello que podemos imaginar. ¿No es esto realmente maravilloso?

LO NEGATIVO: Vivir a la deriva, consultando a quien no sabe, dejándonos estafar.


LO POSITIVO: Vivir y actuar orientados hacia las metas que somos capaces de imaginar.

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