El mundo entero despide con profunda emoción al Papa Francisco, quien falleció el pasado lunes tras varias semanas con problemas respiratorios. El pontífice argentino, cuyo nombre de nacimiento era Jorge Mario Bergoglio, murió en la Casa Santa Marta, el lugar donde eligió vivir con sencillez durante los 12 años que encabezó la Iglesia católica.
Cabe señalar que el Vaticano difundió las primeras imágenes del Santo Padre en su féretro, vestido con atuendo litúrgico rojo, en un momento íntimo donde el cardenal Kevin Joseph Farrell ofrecía una bendición solemne. Francisco tuvo una partida serena, según confirmó el Vaticano, "rápida y sin sufrimiento".
Sus últimas palabras, dirigidas a su enfermero Massimiliano Strappetti tras saludar a la multitud en la Plaza San Pedro durante el Domingo de Resurrección, fueron un reflejo de su gratitud y espíritu humilde: "Gracias por traerme de vuelta a la plaza."
Un líder cercano que transformó la Iglesia
El Papa Francisco
fue un líder inusual desde el inicio. Fue el primer pontífice latinoamericano y
el primer jesuita en asumir el cargo, eligió el nombre "Francisco" en
honor a San Francisco de Asís, símbolo de humildad, paz y amor por los pobres.
Su papado estuvo marcado por una lucha constante contra los abusos dentro de la
Iglesia, el impulso al diálogo interreligioso, la defensa del medio ambiente y
un fuerte llamado a la misericordia.
A diferencia de sus
predecesores, Francisco renunció a vivir en el Palacio Apostólico y optó por
una residencia modesta, viajando en autos comunes y priorizando el contacto
directo con las personas. Fue también el Papa de los gestos: besaba los pies de
los refugiados, abrazaba a enfermos, lavaba los pies de los presos. Su estilo
pastoral y humano tocó los corazones de creyentes y no creyentes por igual.
En una de sus
frases más memorables, que hoy resuena más fuerte que nunca, dijo:
“Prefiero una
Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una
Iglesia enferma por encerrarse.”
Un funeral lleno de recogimiento y respeto
Este sábado 26 de abril se celebrará el funeral en la Plaza
de San Pedro, al aire libre, con una ceremonia presidida por el decano del
Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re. Posteriormente, el cuerpo será
trasladado a la Basílica de Santa María la Mayor, donde será sepultado según su
voluntad.
Será el primer Papa en más de un siglo que no será enterrado
en la cripta de San Pedro. Él mismo expresó en su testamento su deseo de
descansar junto a la Virgen, a quien tanto veneraba:
“Deseo que mi último viaje terrenal culmine precisamente en este antiguo
santuario mariano, donde siempre me detenía a orar al principio y al final de
cada Viaje Apostólico.”
Las autoridades esperan una gran afluencia de fieles en
Roma, mientras el Colegio de Cardenales se prepara para iniciar el cónclave en
los próximos días y elegir a su sucesor.
El Papa Francisco deja un legado imborrable. Su fe
inquebrantable, su corazón compasivo y su llamado a una Iglesia abierta,
inclusiva y al servicio de los más necesitados seguirán inspirando
generaciones.
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