por Emilio Santamaría S.
14 de Octubre de 2017
14 de Octubre de 2017
Lucía tuvo una infancia feliz.
Menudita y delgada, todos la mimaban con exceso. Pero eso no afectó su carácter
simpático y agradable. Pasando los años, se convirtió en una señorita sumamente
atractiva.
Pero también aceptó las ideas de sus padres, dadas de buena fe,
desde luego. Pero que marcaban limitaciones mentales para ella. “No toleraba” el
agua fría, ni siquiera para lavarse las manos. Ni podía comer con otro tenedor
que el pequeñito que le regalara el padrino.
De pronto vino la gran lección en
su vida. Un programa de intercambio estudiantil en Dallas, Texas. Sus padres
aceptaron al verla tan entusiasmada. El avión partió y el mundo mimado de Lucía se quedó en tierra. Convivió por unos meses, con una familia norteamericana.
Los Hause eran una familia estupenda, padre, madre y dos hijas, gente afable y
buena. Pero no creían en cortesías excesivas. Por ejemplo, cuando la recogieron
en el aeropuerto, Lucía cargó sus valijas y las acomodó en el auto. Jimmy Hause
tenía una avioneta Cessna 180.
Theresa estaba aprendiendo a pilotearla. Y Lucía
se sorprendía de lo que aquella muchacha de su edad “podía hacer”. Pero su gran
lección llegó con el primer vuelo en la Cessna.
Estaba muy ansiosa de subir y
quería hacerlo antes de que sus padres se enteraran y se lo prohibieran. Llegó
el día y justo antes de subir, el Sr. Hause le preguntó si se mareaba. Por supuesto
contestó que sí. Entonces le colocó en las manos dos cápsulas grandes y un vaso
de agua. ¡Dos cápsulas grandes! ¿Ella que “no podía” tomar ni una aspirina sin
disolverla? Quedó petrificada.
Pero Theresa la urgió ¡tomatelas rápido! Lucía
tomó una rápida decisión. Se echó las dos cápsulas a la boca ¡juntas!, y con un
sorbo grande de agua las tragó sin dificultad. Cuando unos momentos más tarde
la avioneta despegó, a medida que se elevaba, también la autoestima de Lucía se
elevaba.
Se sentía feliz, liberada de los absurdos “no puedo”. De regreso a su
hogar temporal tomó la leche sin azúcar, se lavó las manos solamente con agua
fría, y comió con tenedores grandes. Decidió no ser nunca más esclava de los
“no puedes” que empañaron su vida.
Lo Negativo:
Creer a los que de buena o mala fe
nos imponen limitaciones.
Lo Positivo:
Eliminar las “barreras mentales” que impiden desarrollar nuestro
verdadero potencial
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