Su traslado a la cárcel de máxima seguridad
representó una baja en la incidencia delictiva, dando más seguridad a la
población.
·
Los líderes de organizaciones criminales han
tenido que resignarse a que ya no pueden hacerle daño a la población.
Ilama, Santa Barbara.- Extrañando
la vida de lujos y comodidades que llevaban en los centros penales, los
cabecillas de maras y pandillas, más conocidos como “los Toros”, cumplen ya su primer año de permanecer recluidos en
la cárcel de máxima seguridad “El Pozo I”, ubicada en las afueras del municipio
de Ilama (Santa Bárbara).
A un
año de haberse realizado el primer traslado de 37 privados de libertad desde la
Penitenciaría Nacional de Támara, Francisco Morazán, esta nueva cárcel
actualmente tiene una población de 1,386 reos y es el primer centro penal en
Honduras con todas las medidas de máxima seguridad establecidas por los
estándares internacionales.
De
esta población, 511 ya cumplen sentencia condenatoria y 862 están en calidad de
procesados. Asimismo, se encuentran 10 extranjeros procesados y tres cumplen
condena. Del total de reclusos, 491 son integrantes de la Pandilla 18 y 295 de
la mara MS-13.
Adiós privilegios
Fue
la mañana del 19 de septiembre del 2016 cuando helicópteros de la Fuerza Aérea
Hondureña (FAH) y un fuerte contingente de la Policía Militar del Orden Público
irrumpieron en el centro penal de Támara, y sin que los cabecillas de maras y
pandillas se dieran cuenta de lo que estaba sucediendo, fueron movidos de sus
cómodas celdas y trasladados al interior de las aeronaves.
Hasta
ese momento los privados de libertad desconocían lo que era una cárcel de
máxima seguridad, y en menos de una hora de vuelo se convirtieron en los
primeros “huéspedes” de “El Pozo I”.
Atrás
quedaron las lujosas celdas donde compartían muy amenamente con el resto de sus
compinches. También desde ese día no volvieron a ver un televisor de plasma
colocado en una pared, una refrigeradora repleta de cervezas, ni volvieron a
probar un cigarrillo, un puro de
marihuana o cualquier otro tipo de drogas que estaban acostumbrados a consumir.
Desde
ese día se cortó el cordón umbilical de los famosos “Toros”, que operaban desde
el interior de Támara, con toda la red de criminales que tenían en las
principales ciudades del país y que recibían las órdenes desde el interior de
ese centro penal para ejecutar masacres, venta de drogas, extorsión y cualquier
otro delito relacionado al crimen organizado.
Con
este movimiento ordenado por el presidente de la República, Juan OrlandoHernández, se ha logrado reducir la incidencia delictiva, específicamente los
homicidios y las extorsiones, tal como lo demuestran las estadísticas, en
especial las del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional
Autónoma de Honduras.
Lucha frontal contra las estructuras
Ese
día, una vez concluido el primer traslado de reos de alta peligrosidad a “El
Pozo I”, el presidente Hernández manifestó que “durante dos años y medio de
Gobierno se ha venido desarrollando un plan de seguridad ciudadana que ha
supuesto la desarticulación de los grandes carteles que teñían de sangre
inocente nuestros hogares y contaminaban nuestras instituciones”.
Destacó
que, “así como procedimos contra los cabecillas, seguiremos capturando a todo
aquel criminal que pretende rehacer esas estructuras criminales”.
Y,
tal como anticiparon las declaraciones del presidente de la República, al día
de hoy las estadísticas de la Fuerza Nacional Antiextorsión (FNA) revelan que
la extorsión ordenada desde las cárceles ha disminuido en un 80 por ciento,
mientras que el índice de homicidios para este año continúa a la baja, por lo
que se espera una reducción de casi 43 homicidios por cada 100,000 hondureños,
lo que será uno de los grandes éxitos de este Gobierno, tomando en cuenta la
situación de violencia que encontró en el país.
400 cámaras vigilan a “los Toros”
En
“El Pozo I” los privados de libertad no cuentan con las comodidades que tenían
en sus antiguos centros penitenciarios, donde ellos eran los que gobernaban,
por lo que tenían hasta teléfonos satelitales y radios de comunicación con los
que se mantenían en contacto con sus similares en el exterior y les ordenaban
la comisión de delitos.
En
este centro penal están bajo estrictos controles de seguridad, entre ellos el
monitoreo durante las 24 horas del día por medio de 400 cámaras de seguridad
instaladas en el interior y exterior. Durante una hora diaria son llevados a un
espacio acondicionado para que reciban la luz solar.
Estos
peligrosos criminales no pueden comunicarse con sus compinches que guardan
prisión y la única forma de comunicación con el exterior es por medio de cartas
que les escriben a sus familiares, las cuales, antes de ser entregadas a sus
parientes son leídas por el Consejo Técnico Interdisciplinarios (CTIs), lo que
ha permitido evitar masacres y crímenes de impacto, así como secuestros, entre
otros delitos.
Impacto positivo
El
traslado de los privados de libertad de alta peligrosidad a “El Pozo I” ha
producido un impacto positivo en materia de seguridad en el país.
Santos
Nolasco, portavoz de la Fuerza de Seguridad Interinstitucional Nacional (Fusina),
aseguró que en las ciudades de San Pedro Sula y Tegucigalpa es donde se han
visto los mayores índices de reducción de la incidencia delictiva,
especialmente en los homicidios.
Dijo
que las requisas que se hacen en los centros penitenciarios son otro de los
factores que han ayudado a bajar la incidencia delictiva, ya que se han
decomisado armas, drogas y celulares. Todas estas medidas de seguridad que se
han tomado en los centros penales se ven reflejadas en las estadísticas de
incidencia delictiva.
La disminución
en los índices de criminalidad fue reconocida por el Índice Global de Paz,
informe que en su última edición reveló que Honduras es el país que más ha
avanzado en materia de seguridad en la región.
El
reporte anual, elaborado por el Instituto de Economía y Paz, reconoce que
Honduras, Guatemala y El Salvador realizan un esfuerzo en conjunto por medio
del Plan Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica para
erradicar la ola de criminalidad
que abatió por años esta zona, pero se
reconoce que Honduras es el país con mayor avance en materia de seguridad.
Criminales le temen a “El Pozo”
Germán
McNiel, subdirector del Instituto Nacional Penitenciario (INP), explicó que los
traslados a la cárcel de máxima seguridad “El Pozo I” han representado para el
país una reducción de homicidios, “ya que estas cárceles nos sirven para tener
a las personas de alta peligrosidad y agresividad en cárceles de máxima
seguridad”, añadió.
Pero
además, destacó el funcionario, también “nos sirven de disuasivo para las
personas que se encuentran delinquiendo o que pretenden delinquir, que saben
que van a tener que cumplir una condena en una cárcel de máxima seguridad donde
sus derechos son restringidos, siempre en el marco de la ley y observando el
respeto a los derechos humanos”.
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