por Emilio Santamaría S.
En un país donde la gente se ganaba la vida en forma muy dura, arrancando una escuálida producción a tierras muy áridas, unas palabras fueron pronunciadas tan sabiamente que han influido en la vida de millones de personas a través de la historia y han sido consideradas como el principio fundamental del trato entre seres humanos.
Estas palabras son; “Ama a tu prójimo, como a ti mismo”. La mitad de este mandamiento está por supuesto en relación a los demás. Pero es necesario pensar que la otra mitad se refiere a uno mismo. ¿O acaso alguna vez usted lo escuchó “ama a tu prójimo y ódiate tú”.
Cuando Jesús mencionó este precepto no habló de amor al prójimo “más que a nosotros”, ni “menos que a nosotros”, sino “como a nosotros”. Y eso supone que también nos hemos de amar en una buena medida. ¿Nos hemos detenido a pensar que tal nos queremos nosotros? Y no me refiero a palabras, sino a hechos.
Porque es evidente que hay decenas de personas que parecen odiarse a muerte. Por ejemplo los alcohólicos que empinan el codo hasta caer, sabiendo el daño que les hace tomar licor a ellos y a sus familias, y no quieren curarse. Hay gente también que se menosprecia con pensamientos como “¡qué tonto soy!” o “no valgo nada”, “no podré hacerlo”, y hasta el “es demasiado bueno para ser verdad”.
El Dr. Maxwell Malts en su libro Psico Cibernética nos dice que nuestros logros en la vida serán tan grandes como la imagen que tenemos acerca de nosotros mismos. Es decir que nuestros pensamientos hacia nosotros mismos harán la diferencia entre triunfar o fracasar en algo que quisiéramos hacer.
¿Ideas nuevas sin pruebas que las apoyen? En absoluto. Ni lo uno ni lo otro. Marco Aurelio, emperador romano decía en su tiempo: “Tal como un hombre piensa, así es”. William James, el famoso profesor de Harvard aseguraba que el hombre podía cambiar toda su vida, con solo alterar su actitud mental.
Cuando lo siente posible, lo intenta y tiene las posibilidades de realizarlo. Y tal vez el llamado más formidable a favor de esta teoría se encuentra en la cita bíblica “Si vuestra fe fuera como un grano de mostaza, moverías montañas”.
Lo Negativo:
Odiarse de hecho, y como consecuencia empequeñecernos absurdamente.
Lo Positivo:
Amarnos, con un amor bueno que nos ayude a crecer y desarrollarnos.
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