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Celeste Andino / Honduras, Nación y Mundo
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martes, 17 de agosto de 2021

¿Le gusta discutir?


 


Allá por el año 1453, cuando los turcos otomanos atacaron la ciudad de Bizancio, sus habitantes huyeron despavoridos. De sobra sabían el cruel trato que la soldadesca, en sus actos de pillaje, daba a quienes tomaba prisioneros. Sin embargo, algunos sabios bizantinos estaban tan enfrascados en sus discusiones que ni siquiera se percataron del peligro. A pesar que la ciudad era tomada a sangre y fuego, ellos ni se enteraron del tremendo problema. Los Jefes turcos se sorprendieron tanto en un principio, que no podían creer en la estupidez de aquella gente.
 
¿De qué discutían? De una y mil cosas banales, todas ellas sin importancia. Aquellos sabios habían llegado a un tan excesivo refinamiento retórico y dialéctico, que se dedicaban a discutir sobre los temas más peregrinos. Amontonaban argumento sobre argumento para tratar de abrumar a sus opositores. Estos se defendían con la misma táctica, basada en premisas demasiado fútiles. Así aquellas discusiones se volvían largas, tediosas y del todo inútiles. La historia cuenta que fueron pasados a cuchillo. Y el término “Discusión bizantina” paso a ser aplicado a toda aquel debate sobre temas sin importancia.
 
¿Ha conocido usted a alguien que cambie su opinión política como resultado de una discusión? ¿O de algo en lo que crea firmemente? Fue el Profesor Dale Carnegie quien nos dejó un principio de relaciones humanas sobre esto: “La única forma de salir ganando en una discusión, es evitándola”.
 
Y los psicólogos, que han estudiado la conducta humana, nos dicen que cuando uno se enfrasca en una discusión, su estado de ánimo se va alterando de forma que se desarrolla una animosidad temporal. Esto es lo que nos hace exasperarnos y utilizar argumentos hirientes y hablar a gritos, sin escuchar bien. Y “cuando dos personas gritan, no hay comunicación, sólo ruido y malas vibraciones” decía Jan Peerce.
 
LO NEGATIVO: 
Sentirnos tan dueños de la verdad, que terminemos, por hábito, enfrascados en discusiones bizantinas.
 
LO POSITIVO: 
Reconocer que los demás tienen derecho a pensar diferente a nosotros. No enfrascarnos en discusiones banales que sean pérdida de tiempo y de buenas voluntades.

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