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Celeste Andino / Honduras, Nación y Mundo
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viernes, 25 de diciembre de 2020

Ser feliz no es pecado


 En los viejos tiempos de la inquisición vivió en España, según la leyenda, un caballero llamado Don Quirido. Por desengaños de la vida se refugió en uno de los conventos más austeros del reino. Allí todo era triste como era triste su espíritu. Pero he aquí que un día, se le apareció un ángel radiante que le dio un extraño talismán. “Este espejo es como el mundo que nos regresa nuestra propia imagen”, le dijo. “Si ves sólo tristeza a tu alrededor, mírate en él. ¿Tienes acaso tu aspecto alegre y animado? ¡Sonríe, y el mundo sonreirá contigo!”. 


El caballero sonrió y el ángel le pidió conservar esa sonrisa todo el día. No pasó mucho tiempo sin que Don Quirido se despertara con el alma llena de gozo. La alegría cundió en el monasterio. Los monjes comenzaron a ver lo agradable de los seres y de las cosas. El poder contagioso de la sonrisa trajo felicidad al lóbrego lugar. Y el viejo Prior, asustado, decidió consultar con el gran inquisidor si esto era correcto. 

Este sombrío personaje emplazó al monje ante el tribunal y le reprochó su alegría. No sirvieron los argumentos de que la religión de Cristo es una religión de amor y de esperanza. Consideraba, dada su formación obcecada, que lo único que Dios exigía era sufrimientos y actos de contrición. Don Quirido argumentó que el gozo divino embargaba su corazón, y que si cantaba era en agradecimiento a Dios por concederle la vida. El inquisidor consideró esas palabras como blasfemia. Y el monje fue condenado. 

Cuando fue entregado al verdugo para ser quemado vivo, sus compañeros lo vieron subir cantando a la hoguera y seguir feliz aún en medio de las llamas, once de ellos se precipitaron para arrancarlo del suplicio y perecieron. Y pereció también el Inquisidor, víctima de la profunda ira que le causó el inusitado espectáculo. 

Al llegar todos al cielo San Pedro mandó al inquisidor ¡al infierno! Cuando éste protestó, le dijo: “De cierto te digo que la felicidad, el gozo y la alegría son gratas a Dios.  Y que la tristeza y la lobreguez son creaciones de Satanás. Ve pues con el único que se solaza en ellas”. 

LO NEGATIVO: 
Empeñarnos en ver siempre lo peor en todo. ¡Y considerarlo correcto! 

LO POSITIVO: 
Comprender que alguien positivo no se niega a ver lo que está mal, ¡se niega a vivir con ello!  ¡Siente que debe corregirlo!

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