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lunes, 11 de junio de 2018

¿La lección de los epitafios?



por Emilio Santamaría S.

Era evidente que Rafael Suárez había llegado demasiado temprano al camposanto. Y ahora tendría que esperar más de una hora a que el cortejo fúnebre llegara. 

No había tenido tiempo para ir a la funeraria, ni a la iglesia, pero quería hacer cuando menos acto de presencia. Después de todo, se trataba de uno de los socios de la empresa en que trabajaba, y no era caso dejar de asistir a su entierro. 

Comenzó a caminar y empezó a leer las inscripciones de las lápidas. No pudo contener una sonrisa con algunas. Otras lo pusieron serio y pensativo. Aquí’ yace Fulanito de Tal, quien nunca hizo daño a nadie. 

La gran mayoría se concretaba a poner el nombre del difunto, y dos fechas: la de su nacimiento y la de su muerte. Otras se le antojaban hasta cursis por exageradas: Tu viuda jamás te olvidará o Nunca te lloraremos lo suficiente. De pronto, lo asaltó un pensamiento. ¿Que quisiera yo que pusieran sobre mi tumba? Si pudiera escogerlo ¿que me gustaría que dijera?

 Algo que resumiera su paso por esta tierra. Pensó que, para mucha gente, un epitafio tal como Fulano de Tal, nació en 1958, murió en 1983, lo enterraron en 2017 sería prácticamente exacto. Y es que, para mucha gente, pensó, sus sueños y esperanzas, anhelos e ilusiones, murieron cuando tenían 25 años.

 De ahí en adelante existieron, pero no vivieron. Se concretaron a irla pasando, sin sacar felicidad ni de su trabajo, donde hicieron solamente lo estrictamente necesario para conservarlo, ni de su hogar, donde el desinterés y la apatía lo envolvieron todo. Caminando, Rafael pensó en los inconformes: En esta fría tumba (¡Aunque no le gusta!) yacen los restos de Zutano, quien no encontró nada de su agrado en este mundo. Deberían, pensó, describir la vida de quienes ahí yacen. 

Por ejemplo, para algunos otros, una buena inscripción sería: Perencejo, fue tan inmensamente rico que no se sabe a cuánto asciende la fortuna que dejó. Lo que sí se sabe es que no se llevó nada.

Después de la ceremonia, cuando Rafael llegó a su casa, mientras cenaba pensó que mientras viviera lo más sensato era ser feliz y tratar de hacer felices a los que lo rodean.

LO NEGATIVO: Distorsionar tanto nuestra visión, que amargándonos, vivamos a medias.

LO POSITIVO: No olvidar que el hecho más importante de la vida, es precisamente vivirla.


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